Puede que el Ford Mustang Mach-1 sea uno de los últimos coches que se lancen al mercado con sus características. Esta versión radical de deportivo más famoso de Ford lo fía todo a hacernos disfrutar, a ponernos en tensión, a hacer que cada cambio de marcha sea un placer, que cada curva sea una batalla en la que domar su motor V8 de 5.0 litros será la única opción de no quedar fuera del asfalto. No busquen tecnología avanzada, sistemas conectados ni consumos respetuosos con el medioambiente. Este es el Mustang Mach-1, un clásico moderno.

El Mustang ha conseguido su popularidad con el paso de los años ofreciendo prestaciones y dinamismo a cambio de un precio mucho más contenido que sus rivales director por potencia. En este caso, la versión más extrema del deportivo en Europa cuesta, con cambio manual, 65.072 euros. A cambio, ofrece uno de los motores más brutos del mercado y puros del mercado, un atmosférico de 460 CV. Para encontrar coches tan potentes, debemos mirar por encima de los 100.000 euros en el resto de marcas.

Ford puede ofrecerlo por este precio porque todo va invertido en el rendimiento, en su motor, una caja de cambios espartana de seis velocidades, durísima en sus recorridos, muy cortos, y un chasis desarrollado para sacar el máximo partido de su propulsor con nuevos elementos como unos frenos firmados por Brembo, ajustes en la dirección, amortiguadores con control electrónico y un diferencial autoblocante trasero, componentes heredados de las versiones Shelby tan de moda en Estados Unidos. En el plano estético, vinilos específicos, colores exclusivos y unas llantas de 19 pulgadas serán la propuesta de la marca.

Una experiencia única

En el habitáculo encontramos el diseño típico del Mustang, un coche rudo, casi barroco en la distribución de sus controles, que podría mejorar. El sistema operativo controlado desde su pantalla central no es el más moderno de la marca, pero da igual, sacar la vista de la carretera no es lo más indicado en este coche. Los materiales también podrían estar más cuidados, aunque mejora respecto a otras variantes con más superficies blandas. Lo mejor, sin duda, son su cuadro de instrumentos digital, totalmente personalizable, aunque los controles no son demasiado intuitivos, y sus asientos, cómodos, de tacto agradable y con una buena sujeción.

En marcha el Mustang Mach-1 puede ser dócil en el modo Confort, pero incluso entonces peca de bruto. Es un coche duro, tanto en su dirección, incluso en configuraciones blandas, como en la transmisión, pero es posible llevarlo tranquilamente por la carretera, aunque su consumo nunca bajará de los nueve litros, cifra solo alcanzable en rutas con muchos descensos.

No obstante, es exigiéndole cuando este coche muestra su potencial, un vehículo que demanda destreza, con ayudas a la conducción que intervienen poco, por no decir nada. Al llevarlo en la parte alta del cuentavueltas, donde encuentra su máxima potencia y par, un mínimo toque de acelerador puede desplazar el eje trasero. Encontrar el equilibrio es la clave y la experiencia, a la par que exigente fisicamente, es de las más placenteras del mercado. Su chasis es perfecto y lo mantiene plano y pegado al suelo, pero sus casi dos toneladas le restan agilidad, aunque también eso es parte de su encanto. Sin miramientos, el consumo se dispara por encima de los 16 litros.

Lo mejor: motor, chasis y dinamismo.

Lo peor: materiales del interior, consumo y tecnología.

En conclusión, el Mustang Mach-1 es un coche como los que ya no quedan que incluso puede considerarse asequible para lo que ofrece. Si tuviera los 65.072 euros, estaría en el concesionario y no escribiendo estas líneas.