La moda de los SUV’s hace tiempo que dejó de ser tendencia y pasó a dominar el sector, sea cual sea el segmento. Es más, el modelo más vendido de 2021, y uno de los más exitosos a lo largo de 2022, es un crossover como el Seat Arona. El sentido, práctico, de estas carrocerías es más bien nulo, pero al comprador le gusta y las firmas se deben a su público. Incluso los fabricantes más reputados han incorporado un SUV a su gama, con la polémica aparición del Porsche Cayenne como punto de inflexión. Años más tarde, los de Stuttgart abren el cajón de la década de los 90’s para explicarnos el porqué del desarrollo de su segundo modelo más vendido, solo superado por el Porsche Macan, otro todocamino.

Por mucho que nos cueste creer a día de hoy, en los noventa la situación de Porsche era delicada. Los 911 no daban para sustentar los gastos de fabricación y la pasión por la firma no pagaba las facturas. Fue entonces cuando surgió la idea que salvaría la marca, por mucho que algunos no quieran aceptarlo.

El primer paso fue estudiar el mercado, algo necesario en momentos de crisis. Las pesquisas las encargó Hans Riedel, por aquel entonces miembro del Consejo de Dirección de Porsche AG. Los resultados fueron claros: Porsche no sobreviviría únicamente con el 911 y el Boxster.

Ante tal sentencia, y con los horribles resultados económicos de 1992 muy presentes, con pérdidas de 240 millones de marcos, debían tomar una decisión crucial. Wendelin Wiedeking, Presidente del Consejo de Dirección de Porsche AG en esa época, fijó un rumbo de crecimiento más allá de los típicos deportivos, muy limitados en el mercado, con un tercer modelo poco usual en su porftolio.

¿Qué tuvieron en cuenta los de Porsche?

La decisión estaba tomada, pero los de Stuttgart no podían cambiar su historia sin un argumento válido. Para el nuevo modelo debían tenerse en cuenta cinco conceptos básicos, de los que finalmente se siguieron dos: monovolumen de lujo y SUV premium deportivo. Por suerte, la primera idea la suprimieron en Estados Unidos, el que por entonces era el principal mercado para Porsche. Si nos situamos en esa década, los monovolúmenes eran exitosos, nada que ver con la actualidad.

El siguiente paso en el proyecto era buscar un socio para desarrollar un coche difícil para su gente, que no había salido de los deportivos hasta la fecha. La primera opción, por proximidad, fue Mercedes-Benz y su Clase M, lanzado oficialmente en 1997. La idea era la siguiente: aprovechar la tecnología de la estrella pero con un diseño, motor y chasis de Porsche. Una relación que pronto fracasó debido a la situación económica de ambas empresas.

La aparición de Volkswagen

Fue entonces cuando apareció Volkswagen en el tablero. En 1996 Porsche no formaba parte del grupo alemán, pero el Consejo de Dirección de Volkswagen, Ferdinand Piëch, nieto del fundador de la compañía Porsche, Ferdinand Porsche, reconoció el potencial de una colaboración. El más joven de la saga apostó por un modelo que encajaba en parte de su público, dotando a los de Stuttgart del aire que necesitaba el proyecto con la cocreación del Cayenne y el Volkswagen TouaregTouareg.

El pacto cedió el desarrollo a Porsche, mientras que Volkswagen se encargaría de la fabricación del vehículo llamado “Colorado” de forma interna. Esta colaboración es obvia si nos fijamos en detalles como las puertas o los interiores de los coches, pero poco más. El enfoque de ambas marcas fue muy diferente, concediendo el aura de la deportividad al modelo de Stuttgart con una puesta a punto específica y respetuosa con lo que la marca significa.

Una herencia que quisieron mantener en el ámbito off-road, dotando al Porsche Cayenne de los últimos avances del segmento para ser referencia en absolutamente todo. “Nosotros teníamos claro que si hacíamos un vehículo todoterreno, debía ser absolutamente convincente allá donde acaba la carretera”, dicen desde Porsche. Para ello tuvieron muy claros sus rivales, modelos como el BMW X5, Ford Explorer,Jeep Grand Cherokee y el nombrado Mercedes-Benz Clase M.

Los trabajadores y probadores no acababan de ver clara la deriva de Porsche pero, tal como nos cuenta la firma, pronto entendieron las ventajas de un SUV: más espacio de carga, profundidad de vadeo alta y unos ángulos de inclinación. Aspectos que tuvieron que estudiar para lanzar el que ahora es un modelo incuestionable en su planta de producción.

Hola Porsche Cayenne

Durante todo ese tiempo, el cliente final sabía entre poco y nada del proyecto. La solvencia del equipo también evitó filtraciones hasta que en septiembre de 2002, cuatro años después de hacer público la existencia de un Cayenne, se presentó en el Salón de París. Los de Stuttgart sabían que se la jugaban: “Porsche se enfrenta al que podría ser su mayor desafío”, dijo Wendelin Wiedeking en el evento previo al espectáculo que tuvo lugar en el patio del Hotel d'Evreux. Fue un día histórico.

Los clubes Porsche no acogieron bien este lanzamiento, que se entendió como una traición a la esencia deportiva de la firma. Poco duró esta reticencia y los planes de fabricación tuvieron que ser modificados ante el éxito del primer SUV de Porsche. Solo de la primera generación vendieron 276.652 unidades, alcanzando el millón de unidades en la tercera generacióntercera generació. Visto desde la coherencia y el raciocinio, el Porsche Cayenne salvó a los de Stuttgart y permitió que, hoy en día, se fabriquen modelos como el Porsche GT4 RS o el otro gran punto de no retorno: elPorsche Taycan, la apuesta de la electrificación.