Subaru es como el pimiento: o lo odias o lo amas. La firma japonesa si algo tiene es personalidad y la capacidad de crecer y trabajar al margen del ruido externo. Su apuesta pasa, sobre todo por los SUV, aunque el Impreza, en el que ya nada queda de lo que un día fue, y el BRZ, el pequeño deportivo, aportan variedad a su gama. Echamos de menos el WRX. Centrándonos en sus crossover, la buena noticia es que no son todocaminos al uso, son verdaderos todoterrenos. Y el Outback es el grande de la familia.

Actualizado recientemente, el nuevo Outback presenta cambios sutiles pero efectivos. Es ahora más refinado, pero no pierde ni un ápice de su robustez y su diseño campero. Muchos dirán que los Subaru no son especialmente atractivos, pero otros encontrarán en sus nuevos grupos ópticos delanteros y traseros, con una firma lumínica más parecida a la del resto de la gama, en sus nuevos paragolpes, en sus líneas más fluidas o los retoques en su parrilla y protecciones, un vehículo de los que ya no quedan. Es un coche alto y muy largo, de 4,87 metros, pensado para ser tan práctico como cómodo.

El Outback es un coche caro. Parte de los 39.500 euros, cifra por la que empiezan a asomar vehículos del espectro premium. No obstante, su interior y carga tecnológica justifican parte del precio. Al entrar en el habitáculo, el conductor encontrará un espacio amplísimo conformado por materiales blandos en su mayoría y piano black, otro elemento que amas u odias. La sensación es de mucha calidad. La banqueta trasera es enorme, con espacio de sobras para que viajen tres adultos altos. Su maletero, de 522 litros, da para todo. El sistema de infoentretenimiento es sencillo de usar, aunque nada vistoso y sigue siendo incomprensible que la empresa que importa el coche a España elimine el navegador de su equipamiento, dejando solo la opción de usar el del móvil.

El coche que vela por ti

Como no podía ser de otro modo, bajo el capó trabaja un motor bóxer de 2.5 litros y 170 CV de potencia asociado a una caja de cambios CVT. Es el mismo motor y transmisión que montaba su predecesor, pero encontramos que el conjunto funciona mejor ahora. Sigue pecando de falta de fuerza al acelerar y al recuperar, pero la transmisión es más efectiva. La inclusión de unas levas, que activan un modo manual que simula ocho relaciones, se antojaba indispensable para sacar partido al motor. Todo un acierto.

En marcha es un coche muy cómodo. Su suspensión consigue el equilibrio entre comodidad y estabilidad y apenas presenta subviraje. Pocos coches son tan efectivos para circular en autopista y cubrir largas distancias. Fuera del asfalto su actitud es intachable. Su sistema de tracción total, que hereda del rali, funciona de perlas y, gracias al X Mode, es capaz de sortear obstáculos complicados y no sufrir en terrenos inestables en los que otros coches se quedarían clavados. Su consumo oscila entre los ocho y nueve litros.

Mención especial para sus sistemas de seguridad. Nada más arrancar, el Outback escanea la cara del conductor para advertirle si despega en demasía la vista de la carretera o si no está atento. Asimismo, cuenta con un arsenal de funciones como la frenada de emergencia, el algo intrusivo control de mantenimiento de carril o el control de crucero, entre muchos otros. Subaru ya no es deportividad, pero sí seguridad, capacidad offroad y versatilidad. ¿Lo amas o lo odias?