La recolección mecánica de las primeras variedades de uva blanca, ideales para la elaboración de vinos jóvenes sin crianza, marcó el pasado 24 de julio el inicio de la vendimia 2020, una de las más tempranas de la Europa continental. De este modo, y con tan solo un día de retraso con respecto al inicio de la recolección del pasado año, las máquinas cosechadoras comenzaron a trabajar en la Sierra de Montilla, unos terrenos excepcionales para el cultivo de la vid y que forman parte de la Zona de Calidad Superior de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles.

Las altas temperaturas registradas en los días previos, unidas a la baja humedad ambiental, permiten a la uva alcanzar de forma natural el momento óptimo de su recolección, con un alto nivel de azúcares que, luego en bodega, serán transformados en grados de alcohol naturales.

La recolección manual del fruto -que se desarrolla entre las 7.00 de la mañana y las 14.00 de la tarde- se combina desde hace dieciséis años en la zona Montilla-Moriles con la recolección mecanizada, una modalidad de trabajo que se concentra entre las 4.00 de la madrugada y las 10.00 de la mañana y que permite cosechar una gran cantidad de racimos a salvo de las elevadas temperaturas que se registran en la Campiña en las horas centrales de la jornada.

Tras las primeras variedades en vendimiarse se cosechan las tintas y, finalmente, desde el pasado 12 de agosto, se está recogiendo la uva autóctona, la Pedro Ximénez, cuya producción se espera que sea algo superior a la del pasado año, aunque se desconoce en qué proporción, ya que dependerá de la incidencia que pudieran tener las temperaturas más elevadas que se suelen registrar en agosto.

Según el presidente de la Sectorial de Viña de Asaja-Córdoba, Juan Manuel Centella, «la producción esperada será similar o algo superior a la del año pasado», que cerró con casi 38,9 millones de kilos de uva blanca.

En cuanto a los precios, el portavoz de la organización agraria reconoció que «aún no se tienen estimaciones, pero sí hay que destacar que el estado sanitario de la uva es muy bueno, por lo que la calidad de la cosecha también lo será».

Por su parte, Francisco Fernández, gerente de cooperativa La Unión -que, desde hace años, desarrolla la mayor vendimia de Andalucía-, reconoció que este año está «marcado por el covid-19, no solo en el comportamiento comercial y económico, sino en las medidas preventivas para garantizar el buen desarrollo de la campaña». Por este motivo, la entidad ha elaborado un «plan de prevención y contención» para sus trabajadores y socios.

En los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino.

Desde entonces, el aforo del Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.