La tradición de la Fiesta de la Patrona de Montilla, la Virgen de la Aurora, ha brillado este año con especial intensidad. El segundo fin de semana de octubre, como mandan los cánones, los montillanos se echaron a la calle para celebrar el rito centenario de la devoción a la patrona.

Grupos de músicos, corales, tunas y simples aficionados salen para cantar serenatas con las canciones propias de esta conmemoración. Coplas grabadas en la memoria popular que refieren los misterios del Rosario. Las dedicadas a la Virgen de la Aurora son lentas y melódicas, mientras que las destinadas a la Virgen de la Rosa son más rítmicas y poseen aires de campanilleros.

La primera serenata que cada grupo interpreta va dedicada a La Aurora, cuya imagen es asomada a la puerta del templo patronal para recibir el homenaje de los montillanos. El público se congrega en este lugar a sabiendas de que por esta portada pasarán indefectiblemente todos los grupos a entonar sus mejores cantos, sin que se produzca competencia entre unos y otros.

La fiesta tiene también un significado popular como anunciadora del otoño que precede al invierno. Los montillanos, según una tradición cuyo origen es desconocido, se acercan a la plaza de La Rosa para comprar castañas y nueces.

Los actos religiosos concluyeron un día más tarde con el desfile procesional de la Patrona por las calles céntricas de la localidad. La imagen, obra del artista del barroco granadino José de Mora, desfiló rodeada por su espectacular ráfaga. Más de un millar de niños asistieron, junto con sus profesores, a la ofrenda floral en la mañana del viernes.