Ha sido verle las orejas al lobo y rectificar. Así que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, PSOE y Unidas Podemos, sellaron ayer un preacuerdo de Gobierno de coalición, que promete la formación de un Ejecutivo «rotundamente progresista» y -muy importante- para cuatro años. No han necesitado más de 36 horas para alcanzarlo, pero sí ha hecho falta que los socialistas perdieran el domingo 750.000 votos y tres escaños, y los morados cerca de 500.000 y siete diputados en el Congreso. Una cura de humildad. Pero visto que cuando hay voluntad se pueden superar los obstáculos que impiden un acuerdo, podrían haberle ahorrado a España esa repetición electoral, que ha servido para poco más que para encumbrar a la ultraderecha y hundir a Ciudadanos.

No es tiempo de reproches, ya lo dijeron ayer Sánchez e Iglesias. Así que si no es el momento de las recriminaciones habrá que abstenerse de preguntarles por qué han perdido seis meses cuando resulta que eran capaces de pactar en dos días. No obstante, estaría bien que hicieran un poco de autocrítica, aunque la firma, tan de repente, del preacuerdo de coalición ya implica en sí misma una rectificación en toda regla y, por tanto, el reconocimiento del error de no haberlo suscrito tras el 28 de abril.

Es cierto que entonces había, teóricamente, más posibilidades de pactos, que se convirtieron en vetos, y que eso pudo distraerles. De hecho, Albert Rivera ha sido víctima de su negativa a facilitar la investidura del candidato socialista. Pero ahora Ciudadanos, reducido a 10 escaños, puede ser un aliado necesario para la suma final, pero no puede resolver lo fundamental, que es crear un núcleo gubernamental suficientemente fuerte como para afrontar los retos políticos, económicos, sociales y territoriales a los que se enfrenta el país. Eso, y que los desafíos se van a afrontar desde una perspectiva progresista, es lo que asegura el pacto entre PSOE y UP.

Los apoyos

El preacuerdo de Gobierno necesita más apoyos, porque los dos partidos firmantes solo alcanzan 155 de los 176 escaños de la mayoría absoluta, necesaria para la investidura en primera votación de Sánchez y para gobernar, aprobar los presupuestos y las reformas pendientes. Es una alianza insuficiente, pero imprescindible para ir sumando al pacto a otras fuerzas políticas. Con Más País, PNV, BNG, PRC, Teruel Existe y, al menos un diputado de CC, tendrían 169. Si se sumaran los 10 de Cs, Sánchez podría salir investido en primera votación. Pero es improbable. Así que lo previsible es que el líder socialista tenga que contar con la abstención de ERC, una alternativa que le hubiera gustado evitar.

La administración del pacto no será fácil, pero es una buena noticia, que augura la formación de un equipo gubernamental con vocación de estabilidad y aleja el fantasma de unas terceras elecciones. No será fácil armonizar las posiciones de los dos partidos ni los egos de sus dirigentes. Pero es una gran oportunidad. Absténganse, por favor, los escépticos, no nos amarguen todavía la fiesta.