La exhumación de Franco trae a la actualidad la historia de 203 cordobeses de ambos bandos enterrados en el Valle de los Caídos, la mayoría de ellos de Adamuz (62), Espejo (54), Torrecampo (34) y Córdoba (28). Con esa cifra, a la que la labor archivística de Julio Guijarro ha rescatado en su artículo Los andaluces de las fosas del Valle de los Caídos, la provincia de Córdoba se coloca como la primera en Andalucía con más víctimas en Cuelgamuros.

La mayor fosa común de España despedirá hoy a Franco, pero sigue albergando los restos «de 33.833 personas», de las cuales 12.410 siguen siendo desconocidas. Hasta las criptas del Valle se siguieron trasladando cadáveres desde toda España hasta el año 1983. La gran mayoría de los restos pertenecen a caídos del bando nacional y la mayoría se introdujeron en 1959 (11.329), 1961 (6.607) y 1968 (2.019). Precisamente, a finales de los 50, el régimen franquista decidió cambiar el destino del monumento, que en un principio solo iba a albergar a los héroes del franquismo, y ordenó iniciar las inhumaciones «sin distinción del campo en el que combatieran».

Fue entonces cuando comenzó el traslado de represaliados republicanos, algunas veces (si estaban, por ejemplo, en fosas comunes) sin ni siquiera conocimiento de sus familiares. Según investigaciones recientes, en esas circunstancias podrían haberse trasladado 500 cadáveres, lo que motivó la apertura de diligencias por parte del juez Baltasar Garzón en 2009, que no llegaron a resultado alguno.

Rafael Espino, de la asociación Arehemisa, explica que casi todos los casos de los cordobeses enterrados en el Valle, salvo escasas excepciones, eran «falangistas, carlistas o requetés» y no fueron exhumados de ninguna fosa, sino de sus enterramientos de origen. Así, la mayoría de cadáveres de Córdoba fueron cedidos a perpetuidad por los ayuntamientos de las localidades donde estaban enterrados e inhumados de nuevo en el Valle «con todos los honores», matiza Espino. Capítulo aparte merecen quienes, presos, trabajaron en la construcción del monumento llegados desde Córdoba, como los mineros de Peñarroya que fueron llamados para la excavación de la basílica.