Cómo recibe la economía cordobesa la fase más madura del actual ciclo económico? Primera observación: «la fase más madura del actual ciclo económico», es decir, en la frase no aparece la palabra «crisis». Segunda: ¿debería aparecer? El lenguaje es acción y tiene la capacidad de construir la realidad. Ocurre que las realidades son distintas según los contextos, las situaciones y, por supuesto, las personas.

El pasado 30 de septiembre, el INE publicaba el dato de crecimiento de la economía española en el segundo trimestre del año. El producto interior bruto (PIB, la variable que lo mide) avanzó un 2% entre abril y junio. Lo mejor del dato es que la economía española resistió muy por encima de la media europea, que solo creció al 1,2% en el mismo periodo, y que dos de las cuatro décimas de menos que registró frente al primer trimestre (2,4%) se debieron a los ajustes técnicos de su cálculo estadístico. Lo peor fue la enésima confirmación de la tendencia: que la caída fue más acusada de lo previsto y que la situación posterior -que han ido dando a conocer los indicadores en agosto, septiembre y en esta primera semana de octubre-, se deteriora a una velocidad cada vez mayor.

El mismo lunes, a mediodía, Rogelio Velasco, consejero de Economía de la Junta, anunciaba que el crecimiento de la economía andaluza en 2019 sería del 2,3% (el del segundo trimestre fue del 2,5). Un dato relevante dentro de un escenario lleno de incertidumbres. Dos días después, en la tarde del miércoles, se supo que EEUU impondrá los aranceles aprobados por la OMC (Organización Mundial del Comercio) a varios productos y bienes de la Unión Europea a partir del viernes 18.

La medida, fruto de la disputa entre los dos grandes fabricantes aeroespaciales del mundo, Boeing y Airbus, que se acusan mutuamente de recibir ayudas ilegales, penalizará a la economía andaluza -salvo relectura de última hora el lunes 14 en la reunión entre Washington y Bruselas- con pérdidas estimadas de más de 600 millones de euros en dos de sus sectores más importantes: la industria aeronáutica y la agroalimentaria con especial incidencia en el aceite. Para la economía cordobesa, es un golpe inesperado. Es posible que si el consejero, hombre serio y riguroso, hubiera conocido la noticia el mismo lunes, habría matizado el anuncio hasta confirmar el castigo arancelario, revisar indicadores y recalcular números.

En todo caso, habría evitado, como la gran mayoría de analistas y economistas, hablar de crisis. Esencialmente porque, desde la lógica y la actividad económica, no estamos en crisis. Y es que la realidad que crea el lenguaje es muy subjetiva: si estoy parado aunque la economía crezca al 3%, estoy en crisis. Por el contrario, si gano dinero con un empleo cualificado mientras la economía se contrae, no debería hablar de crisis.

Desde lo general, lo sucedido esta semana es recurrente: la batería de datos económicos arroja resultados menores o por debajo de lo previsto -PIB, empleo, gasto turístico, hipotecas o ventas minoristas, que han sido los conocidos en esta primera de octubre- y condicionados a hechos imprevistos en su magnitud, como el de los aranceles. Y por supuesto, el brexit.

La economía se frena y más de la cuenta. En España, por el ciclo; en Andalucía, un poco menos gracias a la apertura administrativa y presupuestaria de este último año (a la espera de conocer los impactos citados) y en Córdoba, por la inercia de un patrón sectorial en transformación hacia los servicios (de todo tipo). Pero la economía no se ha detenido ni está al borde de la parada.

Otra cosa es la percepción social que se tiene sobre su evolución, absolutamente mediatizada por la capacidad (o incapacidad) de los gestores públicos para responder a los acontecimientos. Aquí si hay crisis, una crisis de confianza evidente. Basta echar un vistazo a la última encuesta del CIS -septiembre- sobre la situación económica actual. Un 43% la tacha de regular y un 34% de mala. Las proyecciones para dentro de un año son más pesimistas: el 39% cree que estaremos igual y el 33% que estaremos peor.

La auténtica crisis está en lo esencial, en el modelo actual de nuestro sistema que vive un profundo cambio de era debido, entre otras cosas, a la transformación tecnológica, algo que trasciende a la economía tal y como la conocemos. Los economistas distinguen entre lo coyuntural y lo estructural (lo esencial de antes). Las noticias de esta semana son una foto fija. Los análisis (los realmente solventes) se basan en fundamentos para fijar las tendencias. Por eso, los eufemismos son la mayor amenaza del lenguaje, porque nos lleva a la confusión. Y no. Hoy por hoy, al hablar de coyuntura, la palabra crisis no debería aparecer.