Esta misma semana, Diario CÓRDOBA publicaba que la falta de lluvia y el calor adelantaban la puesta en marcha de las paseras de Montilla-Moriles y hace unos días la Junta de Andalucía daba luz verde a alimentar al ganado ecológico de la provincia con piensos, por los mismos motivos. Son apenas dos ejemplos en la agricultura y la ganadería de nuestra provincia que ponen de manifiesto las consecuencias inmediatas del cambio climático en la escala más cercana, donde se prevé un aumento de la temperatura media de al menos dos grados en los próximos 30 años y una disminución de las precipitaciones de en torno al 18%.

Lógicamente, Córdoba no es una isla. El impactante informe medioambiental en el que la ONU ha recomendado comer menos carne contra la crisis climática es otra prueba a nivel mundial de que, aunque se avance en la supresión de la emisiones de gases de efecto invernadero de la industria y el transporte, no podrá frenarse la crisis climática ni garantizar la seguridad alimentaria si no se modifican los usos de la tierra.

En Córdoba, hace justo un siglo, en el año 1919, la temperatura media fue de 17,30 grados, según los datos que maneja la Junta en Estadísticas del siglo XX en Andalucía sobre territorio y clima. En el año 1949 la media ascendió a 20,8 grados. Entre 1981 y 2010, esa media se incrementó en casi un grado más. Pero si el histórico constata el incremento, no menos inquietante es la previsión que manejan organismos oficiales como el Ministerio de Agricultura. En una herramienta para la visualización y la descarga de datos relativos al clima futuro de España que está a disposición de cualquier usuario (Visor de escenarios de cambio climático), se estima que en lo que va de año la media de las temperaturas máximas ha sido de 21,99 grados y que dentro de 30 años, en 2049, esa cifra ascenderá a 23,12, es decir, 1,13 grados más. Según estas proyecciones, de igual manera se incrementarán los días cálidos, al pasar de 51,08 a los más de dos meses (63,52 días) que habrá con temperaturas por encima de la media en 2049.

Por el contrario, todos los informes y previsiones que se han hecho sobre precipitaciones advierten de la caída de la pluviometría en la provincia de Córdoba. El informe del Observatorio de la Sostenibilidad sobre precipitaciones observa «un fuerte disminución» de las mismas en provincias como Vigo, Girona, Córdoba, Cádiz, Sevilla, Asturias y Bilbao en la España del 2050. En el informe El clima de Andalucía en el siglo XXI, donde se ensayan hasta tres escenarios posibles de evolución hasta 2099, la previsión es que en Córdoba llueva entre un 16,1% (el escenario más optimista) y un 20,2% (con las variables más desfavorables) menos. En el mismo informe, la oscilación del aumento de la temperatura se mueve en una horquilla de entre 2,3 grados a 4,2 en el peor de los casos.

En líneas generales, el cambio climático se irá traduciendo progresivamente en transiciones estacionales que irán prácticamente del invierno al verano, con menos tiempo de otoño y primavera.

En el resumen climático del invierno 2018-2019 elaborado por la Agencia Española de Meterología (Aemet), ya se apuntaba en esa dirección al advertir de que el verano es ahora cinco semanas más largo que hace 40 años. Si el verano de los años 70 comenzaba el 15 de julio y terminaba el 16 de septiembre, la realidad es que hoy el verano se ha adelantado al 11 de junio y se ha prolongado hasta el 22 de septiembre. Según este informe, en Córdoba el verano ha ido ganando diez días por década.

Según este informe, este ha sido el invierno con temperaturas máximas en promedio más altas, casi 2 grados por encima de la media del periodo 1981-2010. Además, ha sido una estación muy soleada, un indicador que puede verse en los valores de insolación (horas de sol con el cielo despejado y sin precipitaciones). En concreto, Córdoba ha tenido este invierno 219 horas más de sol de lo normal (9 días), teniendo como referencia los valores de los últimos 30 años (en la etapa de 1981 a 2010), al pasar de las 503 horas a las 722,7 (un incremento porcentual del 43,5).

LA LLUVIA / Aunque en cuestiones de cambio climático solemos poner la lupa en el incremento de las temperaturas medias, los expertos advierten de que son más preocupantes los desequilibrios en los ciclos pluviométricos. Las precipitaciones, cada vez más erráticas, empiezan a dejar de estar asociadas a las estaciones de otoño y primavera «y se producen episodios de lluvias torrenciales en determinados momentos y periodos de sequía cada vez más largos, lo que terminará afectando al clima», argumenta Eduardo Moyano, catedrático de Sociología del CSIC. «La desaparición de lo que llamábamos la otoñada, esos 300 litros que caían en otoño, servía para que los cereales estuvieran a punto de germinar y los olivares terminaran su producción», explica, al tiempo que advierte de los efectos que esa sequía tendrá en la erosión del suelo.