Al son de los tambores de una batucada femenina, que abría el cortejo de la manifestación, unas 20.000 personas, según la Policía Local y el Ayuntamiento, cifras similares a las difundidas por la Plataforma Nosotras Decidimos, convocante del acto, reclamaron ayer la «igualdad entre hombres y mujeres».

Los lemas eran reivindicativos y plurales, tal y como fue la convocatoria. Porque si bien es cierto que había banderas y pancartas de distintos sindicatos -CCOO, UGT, CGT, CNT y Ustea, entre otros- el color que se impuso fue el morado, el de la lucha feminista por los derechos de la mujer. El ambiente fue no solo combativo, sino también festivo. En la celebración del Día de la Mujer hubo tiempo para exigir políticas efectivas para que se reduzca la brecha salarial o contra la violencia de género; pero también para que las chicas más jóvenes bailasen y sumasen a sus gargantas su cuerpo. Lemas como «nos tienen miedo porque no tenemos miedo» o «si vuelvo a la Edad Media estoy del lado de las brujas» fueron significativos de lo vivido ayer por la tarde-noche Córdoba, en un recorrido que comenzó en la plaza de las Tres Culturas y acabó en La Corredera. También participaron abuelos y abuelas, padres y madres que iban con sus hijos en los hombros o con bebés en carritos. Todo un cosmos social.

La marea era ingente y heterogénea, dando la imagen de una manifestación multitudinaria, masiva. Pancartas caseras con multitud de mensajes, desde «juntas movemos el mundo» a «nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo». Globos, silbatos, tiras de cómic pegadas a improvisados cartones con mensajes feministas. Incluso memes que sacaban la sonrisa de los participantes. «Vengo para reivindicar mis derechos como mujer y como estudiante, porque hay partidos que nos quieren quitar parte de lo conseguido», dijo Paula, una estudiante de 18 años.

Esa percepción de momento clave para preservar los derechos logrados tras décadas de movimiento feminista se notó durante la manifestación. Así se pronunció Ana, una pensionista cordobesa de 72 años, que recalcó que lleva luchando por la igualdad «desde 1975». Añadió que «la cosa ha mejorado, pero hay que seguir peleando, ahora nos amenazan para quitarnos parte de los derechos que tenemos, y algunos ha costado siglos conseguirlos».

Conforme la manifestación avanzaba por el bulevar Gran Capitán y el recorrido se estrechaba, camino de la plaza de las Tendillas, los lemas iban adquiriendo mayor peso. «Manolo, cocínate tu solo», gritaron cientos de jóvenes, mientras Carmen, una ama de casa viuda de 59 años, admitía que «tengo un hijo con 39 años y no me ayuda nada en casa, tengo que hacerlo todo».

Una mujer de avanzada edad, en un balcón de Gran Capitán, movía su pañuelo y animaba a las manifestantes, que respondían con una ovación que puso los pelos de punta a muchos de los presentes.

Ya en la plaza de la Corredera, una mujer alemana de 57 años, afincada en Córdoba, se mostró «muy emocionada» por lo vivido durante el recorrido. Con una sonrisa de oreja a oreja, se alegró de ver «a tantas mujeres y tantos hombres acompañándolas» para lograr «un mundo más justo y más solidario».