La próxima madrugada se atrasará una hora el reloj: a las tres de la mañana volverán a ser las dos (hora peninsular española), con lo que entraremos en el horario de invierno. La medida, que sigue sin tener fecha de caducidad pese a la decisión de la UE de abolirla, siempre conlleva algún reproche por parte de algún ciudadano (más aún cuando se recorta una hora en verano), pero no conlleva mayores males para la salud.

Algunos expertos reivindican mantener durante todo el año el horario de invierno por motivos económicos y de salud. Sin embargo, el cambio es indiferente en el campo neuronal, según Diego Redolar, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, quien afirma: «No tiene repercusiones en nuestros ritmos circadianos quedarnos en un horario u otro». Otra cosa es el estado de ánimo.

Según este experto, «la luz no es el único factor que controla el ciclo de sueño-vigilia, sino que se tienen que configurar diversas señales que interactúan entre sí y que nos ayudan a adecuar nuestros ritmos biológicos a los cambios del entorno».

Por lo tanto, la repercusión de avanzar o retrasar una hora la actividad diaria es mínima cara a la parte neural que controla el ciclo sueño-vigilia, porque nuestro cerebro se adapta muy rápido a la nueva situación.

«Según estudios realizados hace años, por cada hora de desfase horario necesitamos un día de adaptación. Por lo tanto, si cambiamos la hora en la noche del sábado al domingo, el lunes ya estaremos adaptados al nuevo horario. Esto se aplica al caso de los adultos, ya que en niños y ancianos este tiempo puede aumentar un poco», apunta Redolar.

Si nos quedáramos para siempre en el horario de verano, muchos comenzarían la jornada laboral cuando todavía es de noche y no amanecería hasta pasadas las nueve o, incluso, las diez de la mañana. Esto, según el especialista, sí afectaría a nuestro terreno emocional, a pesar de no tener repercusiones en el neuronal: «Cuando estás a oscuras, tienes tendencia a tener un peor estado de ánimo, a no estar alerta», asevera Redolar, quien también señala que «este fenómeno se puede ver en países del círculo polar ártico, como Noruega, donde sufren meses de oscuridad y la probabilidad de tener depresión es más alta».

Según este experto, quedarnos para siempre en el horario de invierno es lo más acertado, porque se ha comprobado que la luz de la mañana, que es la que perdemos en el horario de verano, es más beneficiosa que la de la tarde y, por eso, el hecho de levantarse con luz es más adecuado para la salud integral de la persona.