El Palacio de Congresos de Córdoba, cuya reforma culminó hace solo unos días, superó ayer con nota su primer día en uso. Todo un reto hacer coincidir la puesta en marcha de un edificio como este con una feria como Biocórdoba, en la que la actividad es frenética y las expectativas después de años de espera muy elevadas. Como es normal en estos casos, el uso de las instalaciones, la indiscutible prueba de fuego, reveló algunos flecos aún por rematar. Más allá de las deficiencias tecnológicas, que complicaron la vida a más de uno, ya que aún no hay wifi en el edificio, hubo alguna incidencia en los baños, ya que faltaban las señales de señoras y caballeros; algunos se quejaron de la acústica del patio exterior y mostraron su sorpresa porque las ventanas que dan al patio solo se puedan abrir unos centímetros. Al parecer, los topes (removibles) que impiden abrirlas en toda su extensión se deben a una «cuestión de seguridad». El escenario del salón de actos, muy elevado y sin protección, también será objeto de revisión.