No podemos pasar de largo ante ninguna agresión, amenaza o insulto que pueda alentar el discurso del odio (el que llama a la discriminación de una persona o colectivo por cualquier condición personal), los grandes silencios son muy dañinos, no se trata de ser comisarios ideológicos, pero tenemos que contraargumentar, en las redes sociales y también en el ámbito educativo, no quedarnos nunca con la sensación de que deberíamos haber hecho algo». Así de contundente se mostró ayer el juez vocal del Consejo General del Poder Judicial, Fernando Grande-Marlaska, ante las 400 personas que asisten al tercer Congreso Nacional de Agente Tutor, que se celebra en Córdoba, donde también hizo una llamada de atención para que, en los centros educativos «se investigue y, sobre todo, no se minimice ninguna agresión que pueda esconder algún tipo de discriminación» y que, a la larga, pueda conducir a un delito de odio. Minimizar esas conductas puede llevar a «normalizar» determinados comportamientos contra la integridad moral, alertó: «Hay que tomar cada caso muy en serio». En este sentido, el juez, a quien presentó la alcaldesa, Isabel Ambrosio, señaló el riesgo de que los menores se callen o no trasladen que son objetos de una agresión o acoso por la sensación de que no va a servir de nada, ya que en muchos casos piensan que lo que les pasa es visible y nadie hace nada. Muchos afectados no reaccionan por vergüenza, por miedo a las represalias o a la reacción del grupo.

También insistió en la importancia de educar en valores y en la necesidad de que la sociedad, los padres, los docentes, los agentes tutor trasladen a los menores sus derechos y también sus deberes. «Todos los derechos van ligados a una responsabilidad y ha habido cierto miedo a informar a los niños de esa otra parte». Preocupado por la radicalización de la sociedad, que se visibiliza en las redes sociales y en los medios de comunicación, Grande-Marlaska llamó a «no construir prejuicios» en los menores.

En cuanto a la incidencia de los delitos de odio en España, objeto de su ponencia, el juez explicó que hay menos denuncias contabilizadas en las estadísticas de las que se podrían adjudicar a estos delitos, entre otros motivos, porque a veces las víctimas no declaran la causa de la agresión. Según informó, cuando las víctimas de estos delitos son menores, «el motivo que lo origina es la orientación sexual, seguido de la discapacidad y el racismo». Hay más víctimas niñas que niños y los agresores son chicos en una mayoría aplastante.

En el congreso, centrado en la formación de los agentes tutor (policías locales formados para la protección de los menores en el ámbito educativo y su entorno), valoró muy positivamente la creación en los centros de tutorías específicas sobre temas como la diversidad en todas sus perspectivas o sobre la igualdad.

Grande-Marlaska puso fin a una intensa jornada donde docentes y profesores inscritos recibieron formación, entre otras cuestiones, sobre las cualidades que deben definir a un agente tutor, ya que no todo el mundo es apto para esta labor, y sobre el catálogo jurídico penal del acoso tecnológico ejercido sobre menores en sendas ponencias a cargo de la licenciada en Psicología Teresa Callejas y el fiscal delegado de delitos informáticos de Córdoba, Juan José García.