Córdoba ha ganado peso en el nuevo Ejecutivo andaluz, por más que Juan Pablo Durán, presidente del Parlamento, se empeñara ayer en hablar «en clave regional» desde su cargo institucional y por más que, como viene siendo habitual, se haya respetado el equilibrio de las cuotas provinciales. «Sale reforzada Andalucía y el proyecto que representamos. Hay dos consejeras que han nacido en Córdoba, pero eso da igual. Lo que se refuerza es el Gobierno andaluz y Andalucía». Más explícito --el cargo a él sí se lo permite-- fue el presidente de la Diputación, Antonio Ruiz, quien cree que la remodelación de Susana Díaz ha tenido un evidente acento cordobés y supondrá «un impulso» a la acción de gobierno, al haber tocado «áreas de trabajo muy importantes que entroncan con las políticas progresistas y de izquierdas que se están llevando a cabo».

La presidenta andaluza ha tocado, efectivamente, su núcleo político, las áreas más polémicas hasta el ecuador de la legislatura y donde hasta sus socios le reclamaban cambios (educación, sanidad, justicia, empleo y agricultura). Al frente de dos de ellas ha colocado a dos cordobesas: Rosa Aguilar, que sale fortalecida de esta crisis de gobierno, y Marina Álvarez, cuyo perfil y prestigio profesionales fueron destacados ayer hasta por el PP. Susana Díaz no solo mantiene a Aguilar, que cambia la Consejería de Cultura por la de Justicia, sino que la refuerza al poner en sus manos las competencias en violencia de género, que junto a la igualdad, sigue siendo una de las banderas de las políticas socialistas. En los corrillos que se formaron ayer tras la toma de posesión en el Palacio de San Telmo algunos aseguraban que la apuesta de Díaz por la exalcaldesa de Córdoba ha sido consecuencia directa a las críticas vertidas las últimas semanas en el entorno de Izquierda Unida tanto por el papel jugado en las primarias socialistas por la consejera, como por el nombramiento, finalmente fallido, del excoordinador regional, Diego Valderas, como comisionado de la Memoria Democrática.

Para arropar a las dos cordobesas se desplazaron a Sevilla, entre otros, la diputada del PSOE María Jesús Serrano, que destaca, por un lado, la importancia que tiene para Córdoba tener dos consejeras, y por otro lado, la vuelta «al municipalismo» que cree que suponen los cambios impulsados por la presidenta andaluza. En clave local se pronunció también la delegada de Salud en Córdoba, María Ángeles Luna, que acompañó junto a un nutrido grupo de socialistas cordobeses a Aguilar y a Álvarez. La diputada andaluza Soledad Pérez, por su parte, puso el acento en que las dos sean mujeres, «algo fantástico para la igualdad de género en dos áreas tan importantes y transformadoras»; mientras que Rafi Crespín, delegada del Gobierno andaluz en Córdoba, confía en que los cambios supondrán «el impulso importante que necesita Andalucía», ahora que los datos económicos empiezan a ser «favorables».