Si hay algo en lo que la sociedad debe seguir avanzando y en lo que aún queda mucho por hacer para mejorar la convivencia entre amantes y no amantes de los animales, es alcanzar el reto de que todo aquel que tenga un perro se mentalice de que tiene que recoger sus excrementos de la calle. Aún hay zonas de la ciudad especialmente conflictivas en ese sentido, si bien el responsable del centro de control animal de Sadeco considera que los infractores de la norma son «una minoría». Con más de 81.000 perros en la ciudad, «si la gran mayoría de la gente no estuviera concienciada, no se podría andar por la calle», señala. Las sanciones previstas para los infractores deberían ser suficiente aliciente para recoger las caquitas, ya que en el control de animales de compañía, con los excrementos e identificación mediante microchip y licencia para animales potencialmente peligrosos, las multas van desde 900 a 15.000 euros.

Para que se produzca la sanción debe haber una denuncia por parte de la Policía, algo complicado en muchos casos, ya que los agentes deben sorprender al infractor in fraganti o contar con testigos de los hechos. Sadeco, por su parte, solo puede acometer tareas de sensibilización a modo de recordatorio.

Según los datos facilitados por el Ayuntamiento, en el 2016 se realizaron 1.913 intervenciones por parte de la Policía Local, si bien solo se registraron 59 denuncias por no portar el microchip, por salir con el perro sin correa (todos deben ir por la calle con ella) o sin bozal (obligatorio en las razas consideradas potencialmente peligrosas) o por dejar en la vía pública los excrementos del animal. Por cierto que esta semana se ha inaugurado la primera zona de esparcimiento canino. Ya se verá qué pasa con las cacas allí. A.R.A.