Tener un trabajo, ser autosuficientes y no depender de nadie es una de las metas a las que aspiran la mayoría de los menores que se enfrentan a la mayoría de edad fuera del paraguas de sus padres. Jessica acaba de cumplir 18 años y está deseosa de encontrar un trabajo estable y ganar el dinero suficiente como para valerse por sí misma. La Junta de Andalucía retiró hace dos años la tutela de ella y su hermano dando un vuelco inesperado a su vida. «Ahora me doy cuenta de que mis padres nos daban mala vida y no sé qué hubiera sido de nosotros si hubiéramos seguido viviendo con ellos, pero cuando ocurre no es fácil aceptarlo, tú no te lo esperas, te enfadas con el mundo». Ella estaba en plena adolescencia, una edad lo bastante complicada como para añadirle una situación así. «Íbamos a ingresar en un centro de protección cuando mis tíos se hicieron cargo de nosotros», explica, «para mí fue muy duro porque no me adaptaba, se lo hice pasar mal a ellos, pero creo que es normal porque mi vida se torció sin previo aviso». De un pueblo grande de Jaén, tuvo que trasladarse a uno pequeñito de Córdoba, lejos de su colegio, de sus amigas de toda la vida, de sus padres, de todo lo que conocía. «Los Asuntos Sociales intervinieron y después de estudiar la situación, retiraron la tutela a mis padres, yo ni siquiera sabía que eso se podía hacer», comenta sincera.

Nunca llegó a ingresar en un centro aunque confiesa que durante un tiempo lo deseó. «Me sentía tan mal, no quería salir ni quería conocer a nadie, yo veía que no me comprendían, que no me adaptaba a vivir con mis tíos, me sentía fuera de lugar y inclusó pensé que igual estaría mejor viviendo en un centro de protección de menores».

Ahora que tiene 18 años su perspectiva ha cambiado. «Quise estudiar auxiliar de Clínica, pero la nota no me dio, así que solicité plaza en uno de los proyectos que tiene la Junta para los menores tutelados que cumplimos los 18». En su caso, ha conseguido plaza en el de la Fundación Don Bosco. «Vivo en un piso con otros chavales que están en la misma situación que yo, tenemos un plazo de un año para buscarnos la vida», explica con entusiasmo. Parece realmente motivada. «He trabajado en un hotel como camarera y ahora voy a estar de pinche de cocina para aprender y luego puede que me contraten». Aunque su vocación sanitaria se ha truncado, su prioridad es «tener un trabajo remunerado, ser independiente económicamente y con el tiempo traer a mi hermano, al que extraño mucho». Adaptarse a su nueva vida en Córdoba capital también ha sido un reto. «Soy la única chica y he tenido que poner un poco de orden en el piso, la verdad», señala entre risas al tiempo que asegura que ella no tiene problema con vivir sola. «Lo que no sé, lo aprendo, esto está para darte un empujón y ayudarte a ponerte las pilas y en eso estoy».