Cinco años después de la muerte de sus hijos a manos de su padre, Ruth Ortiz ha decidido alzar la voz para condenar la violencia de género. Serena y fuerte, aunque con la emoción a flor de piel al recordar a sus pequeños, grita contra el maltrato y revive su tragedia para que no se olvide. Sus ganas de vivir, su superación, dice, es el mejor homenaje que puede dedicar a sus hijos.

-Cuando el jurado declaró culpable a José Bretón, aquel mismo día dijo que ese veredicto le había «devuelto la paz» que le faltaba y que comenzaba la «segunda parte» de su vida. ¿Cómo se encuentra ahora?

-Bastante recuperada. Han pasado ya cinco años y la verdad es que me encuentro bastante mejor. ¿Segunda vida? Bueno, el pasado forma parte de mi historia también y nunca lo voy a poder borrar, pero sí, te lo tomas como un antes y un después. Después de pasar por algo tan duro tienes que empezar de cero a construir otra vez tu vida. Porque, claro, me quedo sin mis hijos, sin la vida familiar que tenía, sin trabajo porque antes del año de la desaparición me quedé sin él...Entonces, no tenía nada donde agarrarme y tenía que empezar otra vez desde cero.

-¿Ha vuelto a trabajar?

-No. No he estado parada, pero no he trabajado. He hecho un master de dos años en Sevilla y durante ese tiempo he estado viviendo allí. Después he estado preparándome unas oposiciones. Me presenté el pasado junio a profesora de Secundaria y Bachillerato por Geología y Biología. Y ahora estoy haciendo prácticas en una clínica veterinaria. Pero trabajo la verdad es que no, todavía no he encontrado.

-Ahora se está implicando mucho en la concienciación sobre la violencia de género y la defensa de las víctimas. ¿Por qué ha dado este paso?

-Bueno, es que es como una tarea pendiente que si no la hago sé que me va a remorder la conciencia. Creo que debo de aportar lo que buenamente pueda para concienciar a las mujeres, para que no caigan en ser maltratadas, que no lo permitan, y abundar en la prevención. Y la que esté siendo ya maltratada que sea capaz de salir de eso.

-¿Usted es una de esas víctimas? ¿Tardó en darse cuenta?

-Sí, sí. En verdad fui maltratada desde el inicio de mi relación. Lo que pasa es que eso lo veían desde fuera. Yo tardé muchísimo en darme cuenta. Normalicé sus comportamientos, sus actitudes, y al normalizarlas no cuestionas que sea un comportamiento anormal.

-Tanto que no presenta la denuncia por maltrato psíquico hasta la misma noche de la desaparición de sus hijos. ¿Por qué lo hizo en ese momento?

-Lo hice porque mi abogada me lo recomendó, para que vieran que no era un padre modelo, un padre ideal, como supuestamente todo el mundo se creía, y para que la Policía viera que no era un caso normal de desaparición y que detrás había un caso de maltrato. En verdad, si él no llega a hacer desaparecer a mis hijos, yo no iba a presentar denuncia contra él porque lo que quería era separarme, que él hiciera su vida y yo la mía, y sacar adelante a mis hijos. No pretendía complicarle la vida. Cosa distinta son las intenciones que él tenía.

-Lo que reclama es que las mujeres que pierdan a sus hijos asesinados por sus parejas sean consideradas víctimas de violencia de género.

-Sí, porque que te asesinen a tus hijos es la violencia más grave, después de quitarle la vida a la mujer, que se puede hacer. No hay mayor maltrato psicológico que te puedan infligir que asesinar a tus hijos, porque la muerte de tus hijos te la llevas a la tumba, dura siempre.

-¿Cómo fue su convivencia con Bretón? ¿La tenía anulada?

-Sí. Al principio de nuestra relación la convivencia fue más normal entre comillas porque, como he dicho, normalicé sus comportamientos, me adapté y dentro de lo que cabe lo sobrellevaba. Yo era joven y tenía fuerza suficiente para sacar adelante el día a día. Después, fue empeorando cada vez más.

-¿En qué momento se dio cuenta de que se había equivocado de compañero?

-Fue poco antes de separarme. Pero también hubo un incidente en mi familia, que no fue causado por él, pero que me hizo pensar con quién me he casado o qué tipo de persona tengo a mi lado. Fue cuando la exmujer de mi hermano manipuló las latas de leche que tomaban mis hijos y tuvimos que irnos de la casa familiar de campo en la que estábamos y su reacción no fue la normal. Cualquier hombre se hubiera alterado, se hubiera atacado, explotado de alguna manera. Y él no, se quedó callado. Yo fui la que le planté cara a mi cuñada. Sabía que él no lo había hecho, pero su actitud no me convenció. Después, lo único que decía es que la iba a matar a ella, a mi excuñada… Sí, porque él hablaba de matar como el que habla de ir a pasar un día en la playa.

-¿Era agresivo?

-Nunca me agredió físicamente. Era todo de palabra, pero sí había una violencia que practicaba: los gritos. Tenía al entorno más cercano, mis hijos, sus padres, hermanos y a mí misma, atemorizado con gritos desproporcionados.

-Sin embargo, en el juicio se dibujó como un padre ejemplar.

-Sí, ejemplar porque hacía las tareas que le corresponden a cualquier padre… Un padre normal no tiene que presumir de que levanta a sus hijos por la mañana, de que los lleva al colegio… Es que eso no es motivo para que un padre presuma, es para que presuma un hombre machista que no está de acuerdo con que tenga que hacer ninguna de esas tareas. Por eso presumía, como si le tuvieran que poner una medalla al padre ejemplar, como diciendo que bastante estaba haciendo.

-Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, ¿alguna vez pensó que podría llegar a ser tan cruel?

-No, no. Sabía que, a raíz de la separación, me iba a complicar muchísimo la vida, que no me lo iba a poner nada fácil, que iba a estar sola parar criar a mis hijos y que de él solo iba a recibir impedimentos, inconvenientes y zancadillas. Incluso pensé que alguna de las veces de las que se los llevara a Córdoba no los iba a querer devolver, pero lo que hizo… Como va contra la naturaleza, es algo que no puedes pensar nunca.

-En el juicio dijo que había vivido con un asesino en potencia.

-Sí, estoy segura. Su verdadera maldad la vi cuando cometió lo que cometió, pero estoy segura de que cuando decidí separarme, si hubiera permanecido un poco más de tiempo con él y hubiera durado más la convivencia y él fuera consciente de lo que yo quería hacer, no estaría hablando ahora mismo. Nos hubiera quitado de en medio a los tres. Y digo a los tres porque él no iba a hacer el sacrificio de quedarse con dos niños y criarlos, siendo tan machista y tan…

-Cuando aquel 8 de octubre le dice que había perdido a los niños con ese «lo siento, me ha tocado a mí perderlos», ¿pensó en lo peor?

-Lo veía todo negro y sabía que no volvía a ver a mis hijos. No sabía exactamente qué es lo que había hecho, pero sabía que no los volvía a ver. Hombre, lo primero que hice fue investigar si de verdad había puesto una denuncia sobre la desaparición, porque pensé que a lo mejor quería meterme miedo para que fuera a Córdoba. Pero cuando me dijeron que la denuncia era cierta, ya se me vino el mundo abajo.

-Se declaró probado que le quitó la vida a sus hijos por venganza, porque usted quería separarse.

-Sí, porque no soportaba la idea de que su mujer lo dejara.

-Ha dicho alguna vez que Bretón ha querido matarle en vida.

-Sí, aunque creo que su primer plan era matarme a mí con mis hijos, lo que pasa es que, como no fui a Córdoba ese fin de semana, cambió los planes.

-Ha pedido para él la prisión permanente, ¿por qué?

-Un asesino que reconoce lo que ha hecho y se arrepiente creo que se merece una oportunidad, pero otro como él no merece la oportunidad de ser reinsertado en la sociedad.

-¿Cabría la posibilidad de que se reinsertara?

-Él no, porque no va a cambiar.

-¿Ve justa la pena, que solo vaya a cumplir 25 años?

-No. Su madre, mientras viva, puede ir a verlo a la cárcel, pero yo a mis hijos no los puedo volver a ver. Eso no es justo.

-¿Teme por su vida cuando Bretón salga de prisión?

-Sí, porque no tiene nada que perder. Saldrá, como en algunas películas, institucionalizado, acostumbrado a la vida en la cárcel, y no tiene nada que perder. Hombre, es muy cobarde y dudo de que venga directamente a por mí, pero a lo mejor se busca una triquiñuela para no hacerlo directamente. Los años que esté en la cárcel puede estar alimentando su venganza. No debería estar nunca libre.

-Bretón no quiso alegar ninguna enfermedad en su defensa. ¿Cree que padece alguna?

-Creo que tiene rasgos de psicopatía, y en sus informes psicológicos lo dice, lo que pasa es que la psicopatía no es una enfermedad, es un tipo de comportamiento. Una vez leí que el psicópata es el verdadero hijo de puta, o sea, una persona mala, con un comportamiento anormal, que cosifica a las personas, no tiene ninguna empatía y no es capaz de tener los sentimientos normales de cualquier persona.

-¿Por qué Bretón sigue manteniendo que contra él solo hay pruebas falsas?

-Es que es súper narcisista y se cree por encima de Dios y omnipotente.

-En estos cinco años, con la ausencia de sus hijos, imagino que el vacío habrá sido inmenso.

-Mucho, muchísimo. Al principio el vacío era súper doloroso. Después, con el tiempo, se va mitigando un poco.

-¿Ha deseado alguna vez la muerte del culpable?

-Sí, sí, y no me da reparo decirlo. Sí he deseado su muerte y, desde luego, no habría cosa en este mundo que me aliviaría más que saber que se ha muerto. Y como no irá donde están mis hijos...

-¿Qué le parece su autolesión en el cuello del pasado miércoles?

-Es lo de siempre, llamar la atención. Él solo se sigue delatando.

-¿Puede existir el odio dentro de sus creencias, de sus principios?

-Es que el odio se queda corto para lo que siento.

-¿Y perdón?

-No porque lo que ha hecho no tiene ni perdón de Dios, con lo cual el mío…

-No solo tuvo que enfrentarse a la pérdida de sus hijos sino también a una investigación que estuvo metida en un callejón sin salida durante casi un año por culpa del error de la perito policial que analizó los restos óseos y dijo que eran de animales. ¿Cómo vivió aquel calvario?

- Tú lo has dicho. Fue un calvario, una incertidumbre y un estado de alerta y de ansiedad continua todos los días. La incertidumbre de no saber qué ha pasado es peor que la peor de las verdades que te puedan decir.

-¿Pudo entender aquel error?

-No, no lo entendí. Hombre, ya después, uniendo detalles, el fallo fue consecuencia de la prepotencia de la persona a la que le tocó hacer ese trabajo, porque por lo visto hubo algún compañero que se ofreció a acompañarla a Córdoba y ella dijo que no. Fue todo prepotencia.

-¿Le ha pedido perdón la perito policial?

-Creo que a mi abogada sí le dijo algo, pero a mí directamente no.

-¿Ha vuelto a tener algún contacto con la familia Bretón?

-No. El único que me ha llamado ha sido José Ortega (marido de la hermana de Bretón), que me llamó el día del entierro de mis hijos para darme alguna palabra de apoyo. No ha habido ningún intento de acercamiento ni deseo tenerlo porque en su momento no hubo ninguna palabra de consuelo ni de apoyo. De tal palo, tal astilla. De unos padres de comportamiento anormal, pues un hijo igual.

-¿Ha regresado a Córdoba o para usted se ha convertido en una ciudad maldita?

-Sí he vuelto algunas veces. Al principio me costaba más y ya cada vez lo tengo más superado. De todas formas, se me encoge un poco el corazón cada vez que voy.

-Al cumplirse cinco años, ¿cuál es el mejor homenaje que le puede hacer a sus hijos?

-El mejor homenaje es mis ganas de vivir, de seguir luchando, de hacer todo lo posible por evitar asesinatos como los de mis hijos y mi ejemplo de superación. Y, desde luego, no callar lo que pasó para que nunca se olvide y para que no se vuelva a repetir.

-¿Por eso ha querido hablar con Diario CÓRDOBA?

-Entre otros motivos, sí. Como un homenaje a ellos y para gritar a las mujeres que no permitan el maltrato, por ellas y por sus hijos.