Gobierno nuevo, mercado nuevo. El entorno de La Calahorra se vistió ayer por primera vez con escudos y ropajes del Medievo para acoger la tradicional cita con el pasado que durante dos ediciones se reencontró en este mismo espacio con Roma y que vuelve a mirar ahora a la Edad Media. El gobierno municipal, que ha respetado el cambio de ubicación impulsado por el PP por motivos de seguridad se mostró ayer convencido de que no hay lugar mejor para esta cita que éste. El primer teniente alcalde, Isabel Ambrosio, y la concejala de Promoción de la Ciudad, Carmen González, inauguraban el mercado a media mañana con palabras de elogio para la organización: "El mercado estará aquí hasta el domingo en este entorno incomparable y con una decoración estupenda", dijo la concejala, al tiempo que animó "a todos los cordobeses a venir a verlo".

Salvo la presencia de nuevos grupos de música y teatro, el mercado presenta pocas novedades salvo la ausencia de animales como ocas o burros de pasadas ediciones. Los caballeros de época irán a lomos de caballos de trapo. Los únicos animales autorizados son las aves rapaces que participan en los espectáculos de cetrería ya que, según la organización, "son aves protegidas que vienen con todos los permisos" y para el Ayuntamiento, esta actividad no constituye maltrato animal.

En cuanto al presupuesto de la actividad, Carmen González recalcó que se hace "a coste 0 para el Ayuntamiento". Los que acarrean con todos los gastos son los propietarios de los puestos, que además de pagar el canon impuesto por la empresa para participar "tienen otros gastos como el coste de la gasolina, unos 300 euros de media, ya que vienen desde el norte la mayoría, la comida y el hotelito donde se quedan a dormir". Según la organización, "la falta de aportación del Ayuntamiento hace que todo repercuta al final en los precios de los productos", que varían de año en año, pero casi siempre al alza. El mercado arrastra a un número importante de trabajadores, entre cuatro y seis por puesto, además de los que se contratan para la ocasión en la provincia o los actores y músicos que trabajan en la animación del mercado.

Pese a ello, resulta difícil acudir al mercado y no "pecar". La oferta gastronómica es muy amplia. Quesos, cecinas, bacalao, preñaos, embutidos de todo tipo, pasteles, mermeladas, mieles, patatas fritas, tes, chocolates, chucherías, garrapiñados varias... Los comerciantes no dudan en tentar al paseante con sus productos y resulta difícil resistirse. De ahí que se vean escenas de lo más simpáticas, como la del señor que ayer se lanzó sin pensar a un plato de panceta que un amable hombre del Medievo le ofreció. "Hay hambre, sí señor!", bromeó el comerciante ante la mirada indignada de la señora, que no dudó en regañar al marido: "¡No vuelvo más, qué vergüenza, que te tengan que decir que estás esmayao !", le gritó severa. En total hay más de 150 puestos y todo el mundo quiere vender. Y hay técnicas de márketing que nunca fallan. "Hay gente que viene nada más que a ver, pero cuando huele lo que tenemos aquí... cae", aseguran. No es de extrañar. A ojo de buen cubero, más de la mitad de los puestos son de alimentación e invitan a comer con las manos, al más puro estilo medieval. Como el habitual, la cerveza medieval es marca Cruzcampo.

Los aficionados a la artesanía tampoco deben faltar a la cita. No hay grandes novedades. El Medievo es lo que es: Juguetes de madera, espadas, cuchillos, lámparas, amuletos, piezas de plata, manteles antimanchas... y soportes de jamón artesanos.

Quienes mejor se lo pasan en el mercado, sin duda, son los más pequeños, que desde primera hora de ayer, en visitas escolares, hasta por la noche, con la familia, disfrutaron de las actividades infantiles, tuvieron la oportunidad de ver trabajar a artesanos del barro, al herrero, ver el espectáculo de la bola de equilibrio o competir con otros niños en el campamento infantil que hay instalado frente al C4.