El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, que por primera vez en 37 años acudía a unas elecciones sin Convergència, puso ayer su cargo a disposición del partido después de que los democristianos se hayan quedado sin representación parlamentaria al no rebasar el umbral del 3 % necesario para obtener diputados.

"No sólo no hemos ganado, hemos perdido", apuntó y precisó que su continuidad en Unió la votará el próximo Consejo Nacional de los democristianos el próximo 17 de octubre.

El político democristiano sostuvo que, como máximo responsable del partido, es su "obligación" dar explicaciones acerca de los resultados electorales, y, aunque defendió que el partido "ha hecho una buena campaña", consideró que les faltó tiempo.

Duran equiparó la situación de Unió a la que vivieron en las elecciones autonómicas del 1977, antes de formar coalición con CDC, cuando obtuvieron un diputado.

"Unió continua y continuará", aseveró Duran, que indicó que la formación será una opción "nítida y clara" en las elecciones generales.

Duran felicitó a Junts pel Sí por su clara victoria, aunque avisó de que los votos obtenidos, menos del 50 %, no legitiman la formación de un nuevo país de forma unilateral.

Ni Josep Antoni Duran Lleida ni Ramon Espadaler, que comparecieron visiblemente tocados, maquillaron la derrota de Unió, pero tuvieron también un mensaje sobre la complicada situación que dibujan los resultados electorales. "A partir de mañana, todo el mundo tendrá problemas, quizá más los que han ganado", dijo Duran, al referirse a que la opción independentista no sumaba la mayoría de votos. Pero también lanzó un mensaje al resto de España: un 47% a favor de la secesión es un porcentaje demasiado alto como para ignorarlo.