"Pero qué barbaridad: la cola llega hasta el Pryca". La frase, atribuible a uno de los taxistas de la organización de la manifestación, evidencia, por un lado, la edad de su autor (talludito , sin duda) y de otro, el éxito de la convocatoria que, sin haber salido aún de Almogávares, se extendía a lo largo y ancho de la avenida de Carlos III hasta Carrefour. Así que con 3,5 kilómetros de cola, vamos, para el Guinnes, no hacía falta ser muy listo para intuir que el colapso iba a estar garantizado en una ciudad que, por gracia y suerte de un dictamen de Competencia, se ha convertido en piedra de toque del sector a nivel nacional. "Lo que pase aquí puede pasarnos a todos", decía ayer Francisco Gómez, taxista de Linares, que no dudó, como otros muchos, en viajar a Córdoba.

Unos 80 agentes de la Policía Local, con apoyo de la Policía Nacional y de Protección Civil, trataron de ordenar lo que era un caos prácticamente inabordable. Antonio Serrano, jefe de la Policía Local, explicó que la solución era ir cortando vías y desviando tráfico a medida que avanzaba la caravana, pero reconoció que los atascos no podrían evitarse. De hecho, en mayor o menor medida la circulación se vio afectada en toda la ciudad durante toda la mañana. Incluso cuando se disolvió la manifestación (a eso de las tres), se produjeron retenciones importantes sobre todo en las salidas de la autovía. También sufrió, y mucho, el otro transporte público. La mayoría de las líneas de Aucorsa se vieron afectadas por la protesta y fueron muchos los usuarios que ayer tuvieron que caminar a sus casas y trabajos.

"No nos queda más remedio. Pon ahí que pedimos disculpas a todos los cordobeses", decía el cordobés Manuel Ariza, 48 años y 24 conduciendo un taxi, que justificaba la decisión del gremio por la gravedad de la situación. Javier Parra, un compañero de Madrid, también lo tenía claro: "Había que venir. La liberalización sería la muerte, el RIP para el taxi". Y es que la convocatoria fue masiva y nacional: taxistas llegados de Barcelona, Madrid, Mallorca, Zaragoza, Valladolid, Málaga, Jaén, Sevilla, Granada, Almería... se sumaron a la convocatoria. Pese a los conflictos locales, el gremio mostró músculo y unidad. Y advierten: esto es la guerra y no nos van a parar. Francisco Lara, llegado desde Valencia, cree que tras la maniobra de Competencia están las multinacionales: "Los lobis han encontrado la herramienta para tener el control del taxi con la mínima inversión", explica, al tiempo que recuerda el caso de Uber, la empresa de San Francisco que empezó a operar en Barcelona y Madrid.

Los taxistas de Málaga, mayoritarios en la protesta de ayer, están en la misma situación que los de Córdoba, ya que su ordenanza también ha sido denunciada por Competencia. Pepi García, que lleva 6 años de taxista en la capital malagueña, espera que esta manifestación sirva para que los políticos den marcha atrás en sus pretensiones de que sea la oferta y la demanda la única fuerza que regule el servicio. La manifestación que, pese al caos de tráfico que generó, transcurrió sin incidencias destacables, también sirvió para romper con algunos estereotipos del sector, que a ritmo de AC-DC, gritó hasta la extenuación "el taxi unido jamás será vencido" y consignas varias contra el libre mercado. Por haber había hasta camisetas republicanas. Para animarlos estaba Javier Rodríguez, taxista, madrileño y speaker , a quien le aguantaron las pilas del altavoz la manifestación enterita. Serían de las buenas, desde luego.