El mayor drama del mercado laboral es la destrucción de empleo, aunque al paro hay que unir también otras consecuencias como la reducción de los salarios, la consecuente pérdida de poder adquisitivo o la precariedad de los contratos que se crean. No hay que ir a Grecia para constatar el fuerte aumento de la pobreza entre la población española, el drama de las miles de familias que tienen a todos sus miembros en el paro o el sufrimiento de los desahuciados. La buena evolución macroeconómica todavía está tardando en reflejarse en la "micro".