"Vamos a aplicar el reglamento con contundencia y hasta sus últimas consecuencias", aseguraba ayer el delegado en Córdoba de la Federación Andaluza de Fútbol (FAF), José Santiago Murillo, a cada periodista que se le acercaba a preguntar por el menor agredido. Porque la sede de la federación en Córdoba era ayer un hervidero de reporteros, cámaras de televisión y fotógrafos en busca de protagonistas y reacciones a un suceso que ha dado la vuelta a España. Quince días después de la muerte de un ultra del Dépor en Madrid, ahora es el testimonio de un árbitro cordobés de 15 años, denunciando la agresión que sufrió mientras pitaba a niños de 10 y 11 años, lo que ha vuelto a situar en un primer plano la lacra de la violencia en el deporte.

"Pasé miedo", dijo el chico a los periodistas. "Era uno de mis primeros partidos --explicó-- y que te pase esto tan pronto es duro. Mis padres me apoyan aunque les da miedo esta profesión, pero a mí me gusta mucho porque es un mundo muy bonito. Voy a seguir".

El joven añadió que tras la agresión, "me hicieron una radiografía, pero no tengo rota la mandíbula. Tengo el nervio inflamado y un tirón en el cuello por el movimiento al darme el puñetazo, además de un taponamiento en el oído".

El delegado de los Arbitros de Fútbol de Córdoba, Pedro Benítez Lara, explicó que la falta de experiencia hizo que el árbitro no suspendiese el partido. El chico, por su parte, contó que, cuando fue agredido, los niños "se quedaron quietos, asustados, aunque algunos dijeran que no le hiciera caso. Me dio pena por ellos y por eso continué arbitrando, por lo niños".

Las condenas por lo sucedido llegaron tanto de los árbitros como de la Federación Andaluza de Fútbol, en cuya sede se reunirá hoy el Comité de Competición. Este órgano convocará a un careo a los implicados y, tras escuchar las alegaciones, tomará una decisión, que podría conocerse la semana que viene.

En lo deportivo, el presidente del Calahorra y presunto agresor, Francisco José Montes, y el delegado del club, Francisco José Cerezo, por los insultos, podrían ser suspendidos con entre 12 y 30 partidos. Pero el delegado de la FAF en Córdoba fue ayer más allá: "Si se demuestran los hechos, elevaré una petición personalmente para que el agresor sea expulsado para siempre del mundo del fútbol".