Con ese grito: "¡Todo es aprendido!", concluía ayer una de las representaciones teatrales organizadas por el grupo de trabajo de Coeducación de la Escuela de Arte Dramático para mostrar su repulsa a los patrones machistas que están detrás de la violencia de género. Antonio Olveira, uno de los profesores implicados en los 'happenings' de ayer, explicó que el objetivo de esta propuesta es "que los alumnos aprendan a pensar y a tener su postura ante un problema como éste y aplicar sus experiencias personales, como jóvenes que son, a un taller en el que los hombres han actuado como mujeres y las mujeres como hombres". Según Olveira, "la memoria emocional ha estado presente en el proceso de creación, centrado en cómo la violencia es un efecto de lo que aprendemos desde pequeños a base de repetir comentarios, frases hechas, comportamientos y patrones machistas que muchas veces están tan interiorizados en la sociedad que pasan desapercibidos".

En esta misma línea, la socióloga Carmen Ruiz, que trabaja para el Instituto Andaluz de la Mujer, señaló ayer la influencia que tienen en los adolescentes series, programas, anuncios o películas como 'Sin tetas no hay paraíso', 'Mujeres, hombres y viceversa', 'Gran Hermano', 'La que se avecina', 'Crepúsculo', 'Tres metros sobre el cielo' o 'Tengo ganas de ti'... que muestran a los espectadores, muchos de ellos demasiado jóvenes para hacer una lectura crítica de lo que ven, todo tipo de relaciones de pareja basadas en la desigualdad y en un modelo de mujer sometida al hombre. En este sentido, Ruiz planteó la necesidad de prevenir la expansión de estos modelos de masculinidad y feminidad machistas en el seno de la familia. "Lo importante es que todos los agentes de socialización estén coordinados en la misma línea", explicó, al tiempo que comentó que según los estudios de ciberacoso realizados, "los jóvenes y adolescentes están estableciendo relaciones de pareja en las que los celos y la posesión se ven como una muestra de amor, el que tu novio vigile tus mensajes es prueba de que te quiere, se toleran los insultos y las vejaciones como algo normal... sin que sean conscientes de que todo eso es una forma de violencia de género". Así, "los adolescentes viven un espejismo de igualdad que no es real".