La Torre de la Catedral abrirá esta mañana a las visitas generales del público por primera vez desde hace casi un cuarto de siglo, después de su cierre en 1990 y tras la profundísima reforma que se realizó entre 1993 y 1995, todo ello con una expectativa de recibir unas 90.000 visitas anuales (a razón de veinte persona en cada uno de los 13 pases la práctica totalidad de días del año) en lo que será un nuevo aliciente cutlural y turístico de la ciudad por la calidad de los elementos arquitectónicos e históricos recuperados y la posibilidad de disfrutar de las mejores vistas de la ciudad.

La visita, auxiliada por un vídeo de infografía en 3D y un folleto explicativo, permite, por ejemplo, admirar el alminar califal de Abderramán III (951-953) alrededor del cual se construyó la Torre cristiana. De hecho, el monumento es único en su género en el Occidente europeo, entre otras razones, por tratarse de una torre histórica que alberga otra en su interior de una cultura precedente. Además, la visita permite admirar el trabajo que a principios de los años 90 diseñaron los arquitectos conservadores de la Mezquita--Catedral, Gabriel Rebollo y Gabriel Ruiz, que identificaron y rescataron desde los elementos de mayor relevancia (por ejemplo, liberando tramos de escalera o retirando capas de escombros alrededor del alminar) hasta pequeños detalles que, sin embargo, no tienen menos importancia científica e histórica, como el descubrimiento de sucesivas capas de la pintura original a base de almagra, albero o cal.

En total, se puede subir hasta cuarenta metros de altura (el equivalente a un edificio de 12 plantas), hasta el segundo nivel del campanario. El tercer nivel, bajo los pies de la estatua de San Rafael, permanecerá cerrado ya que su acceso, por una escalera exterior, entraña cierto riesgo.

CUESTIONES DE SEGURIDAD De hecho, se ha cuidado especialmente la seguridad pese a tratarse de un inmueble cuyo recorrido precisa tener cierta capacidad física, ya que no es accesible universalmente por su propia configuración histórica (escalones irregulares, obstáculos en entradas, escaleras estrechas, etcétera).

Sin embargo, se han dispuesto discretas estructuras metálicas en el interior de las barandillas, mientras que la visita estará supervisada por un equipo de tres jóvenes que vigilarán todos los aspectos. Ayer mismo, estos especialistas recibían las últimas indicaciones, por ejemplo, del sistema de seguridad que evita que las campanas se conecten mientras que haya visitantes en el mismo nivel. De hecho, desde hoy se suprimirán los toques cada cuarto de hora y el único repique que interferirá con las visitas, el del Angelus, al mediodía, se realizará combinando los turnos de visitas para que no haya riesgo por el sonido o al voltear las gigantescas campanas.

Capítulo aparte, los responsables de seguridad de la visita, y según estime la dirección del monumento, podrán modificar los espacios visitables por motivo de mantenimiento, condiciones meteorológicas adversas (hoy, por cierto, el fuerte viento previsto no colaborará en el disfrute de las primeras visitas previstas) o la celebración de eventos puntuales.