Susana Díaz Pacheco se convirtió ayer en la primera mujer en acceder a la secretaría general del PSOE andaluz y lo hizo con un apoyo del 98,63% de la militancia y un propósito: "Llevar este barco adonde nunca debió de salir". Tres años antes, en el 2010, su antecesor José Antonio Griñán logró un histórico 99,8% pero no contagiaba ni de lejos la ilusión que genera esta mujer de 39 años. La presidenta de la Junta es un revulsivo para su partido, una especie de inyección de endorfina que mantiene a la militancia en un asombroso estado de euforia permanente. Los socialistas andaluces no estaban acostumbrados a perder elecciones y en menos de dos años encadenaron tres derrotas, en las municipales, en las generales y, por primera vez en la historia, en las autonómicas. Se sumieron en una depresión acrecentada por las batallas internas y por el caso de los ERE, el mayor escándalo de corrupción de la autonomía andaluza. Pero no hay nada más ciclotímico que la política y Díaz ha sabido convertir todo ese mal karma que se adueñó de un partido que no sabía administrar palos y derrotas en ilusión y esperanza. Y además lo ha logrado sin que medien unas elecciones que demuestren que el ciclo político ha cambiado realmente a favor del PSOE. Lo ha hecho solo con palabras y un rutilante estrellato mediático que ha llegado a la política nacional incluso más rápido de lo que en su propio círculo pensaban.

Se subió al atril pasadas las cinco de la tarde, tras una emotiva mañana, vestida con una rockera chaqueta de cuero rojo, sin papeles y voz firme e hizo su declaración de principios: "Estoy aquí con ilusión, con pasión, con fuerza, con ganas para abrir un nuevo tiempo y dar un nuevo impulso a un partido centenario". Si alguien esperaba un discurso deslumbrante se equivocó. Fue sencillo y breve. La mayor virtud de esta sevillana, que ayer se convirtió en la mujer con más poder del PSOE, es que cuando habla se le entiende. Tiene una oratoria directa y clara que escapa a los usos políticos convencionales y además no teme a la autocrítica. Sus mensajes fueron directamente para la militancia y reclamó recuperar "la esencia". Pidió "cercanía y sensibilidad". "Si me he propuesto ser la presidenta de los alcaldes y alcaldesas quiero ser la secretaria general de las casas del pueblo de Andalucía", declaró. Llamó a recuperar en las urnas la mayoría política de la que han disfrutado los socialistas andaluces durante casi tres décadas y dejó claro que no basta conformarse con gobernar en coalición con Izquierda Unida. "Estoy convencida de que si hoy hubiera elecciones el PSOE sería el partido más votado pero no es suficiente. Tenemos que aspirar a recuperar la amplia mayoría que hemos tenido y que nos ha traído hasta aquí, libres de hipotecas", proclamó. Y los mismos socialistas que hace año y medio celebraron como un milagro haber mantenido el poder en la Junta salieron del plenario convencidos de que pueden volver a ganar con holgura unos comicios. Díaz utiliza la persuasión. "Muchos de los que estáis aquí todavía no sabéis que vais a ser alcaldes y alcaldesas de vuestros pueblos", aseguró. Y convenció a los suyos de que van a ganar en el 2015.

Otra de las patas de su discurso es la llamada a la unidad. "Estoy haciendo gestos y voy a seguir haciéndolos porque sé que esa es mi obligación", declaró. Es, de momento, su gran logro, haber sabido restañar heridas internas y diluir ese 30% de críticos que dio la cara en el último congreso regional, en julio de 2012. En su ejecutiva ocupará la presidencia la jienense Micaela Navarro, que durante mucho tiempo fue el rostro visible de los críticos contra Griñán y que ahora simboliza la paz interna. Díaz ha diseñado una dirección sin un segundo fuerte y ha optado por dispersar el poder orgánico en varias áreas. Una fórmula inusual para el PSOE.

Sorprende también su capacidad para hacer autocrítica, algo que tampoco es frecuente. Proclamó que no puede haber "tabús" y que el PSOE tiene que afrontar que en marzo, por primera vez, perdió unas elecciones autonómicas. "¿Por qué un partido tan poco comprometido, tan sensible y que da la espalda a Andalucía nos ganó por tan poco?", se preguntó en alusión al PP.

"Para tener credibilidad hay que reconocer las cosas", había advertido minutos antes. "No hay que tener miedo a revisar, a reconocer que hay cosas que hemos podido hacer mal. No hay nada más progresista", aseguró. Díaz habló del grave problema del paro en Andalucía, con 1,4 millones de desempleados: "Andalucía tiene ahora mismo un gravísimo problema: más de un millón de hombres y mujeres se levantan cada día buscando un puesto de trabajo. No lo hemos hecho todo bien". Animó a los suyos a revisar lo que han hecho en tres décadas de Gobierno y examinar lo que funciona bien y lo que no. Y en la primera línea de lo que han hecho mal los socialistas andaluces están los últimos casos de corrupción y especialmente el caso de los ERE, que de nuevo citó sin mencionar. "Las conductas dentro del partido tienen que ser ejemplares para que los ciudadanos nos crean", advirtió. Si la flamante secretaria general del PSOE-A arrancó su carrera hacia la presidencia de la Junta con una llamada a ser implacables contra la corrupción, ayer emprendió su tarea orgánica con el mismo aviso, sobre todo para quienes ocupan responsabilidades de gobierno. A todos los cargos públicos del PSOE exigió "ejemplaridad". En clave nacional, advirtió de que el PSOE "va a derogar todas las leyes bárbaras" de Rajoy.

"Es el momento del PSOE y es el momento de Andalucía", concluyó su discurso. Cualquiera que quiera tener algo que decir en el futuro del PSOE está en el congreso Granada. Entre los más aplaudidos, Carme Chacón y Eduardo Madina. Pero el plenario no fue de ellos sino de muchos militantes anónimos contagiados del efecto Susana .