Juan Cuenca ha sido el arquitecto que un día soñó el eje monumental que se ha hecho realidad y que ha dirigido los siete proyectos. Ayer no paró de recibir palabras de felicitación por los resultados del proyecto que inició su camino hace una década con un concurso de ideas que él ganó. Tras culminar el acto que ponía colofón a ese trabajo, gran parte del cual estuvo al lado del presidente de la Junta, al que sirvió de guía, Cuenca confesó que se sentía "satisfecho". Aunque la obra se terminó hace un par de meses, asegura que "es importante ponerle un punto y final, aunque sea de tipo simbólico". Para Cuenca, ese broche final "supone haber superado una fase muy importante, quizá la más importante de mi carrera profesional". Pero, para Cuenca, "la arquitectura es un servicio", por lo que lo que más le interesa es que "la respuesta a lo que se hace tenga una traducción pública y que se acepte, porque si no, es mirarse al ombligo". Cualquier obra, dijo, "tiene que tener refrendo, no para lograr un premio, sino para ver que ese servicio tiene su resultado".

El arquitecto no quiso olvidarse ayer de las personas con las que ha trabajado durante los ocho años que han durado las obras. "Esta obra tiene una peculiaridad, que hay que estar bien dotado, desde el técnico al último albañil, y debe haber un punto de colaboración y respeto, y de sensiblidad para que cada martillazo esté en su sitio", concluyó.