La situación laboral de Manuel es como la de muchos jornaleros cordobeses que esperan la recogida de la aceituna como auténtico salvavidas ante la desazón que provoca el paro. Este año, sin embargo, la espera puede ser eterna ante la gran merma de la cosecha de aceituna que se espera y los numerosos demandantes de empleo que confían en ser contratados en la principal campaña agrícola de Córdoba.

Manuel Galisteo, que ha trabajado de jornalero, electricista, camarero o albañil desde que a los 15 años abandonó la formación profesional, nació en Baena hace 41 años, está casado y tiene dos hijos. En la pasada campaña trabajó alrededor de 70 días, aunque fue una cosecha extraordinaria de las que no se repiten en muchos años por su abundancia. El 14 de enero de 2012 lo tiene memorizado. "Fue el último día que trabajé este año", recuerda. Las perspectivas ante la nueva campaña olivarera no son muy optimistas: "Espero encontrar algún tajo en la aceituna; ahora mismo solo me han garantizado cinco o seis días, pero nada más".

En municipios en los que el olivar se ha convertido casi en un monocultivo no hay lugar para otros cultivos que generalicen la demanda de empleo. "He buscado, pero no hay nada", asegura. Otros años ha trabajado en olivares de Martos, Albendín, Lucena y Cabra. "Esta situación no la he conocido. Está todo muy mal", añade Manuel.