Alberto Núñez Feijóo resiste. Y con él, Mariano Rajoy. Pese al fantasma del rescate, los recortes, las subidas de impuestos y el desgaste del PP, el líder de los conservadores en Galicia reeditó y aumentó ayer su mayoría absoluta. Si en el 2009 su diferencia respecto al resto de partidos fue de un solo escaño, esta vez ha sido de siete, al lograr 41. Los socialistas, con Pachi Vázquez al frente, cayeron hasta los 18 diputados, siete por debajo de su resultado anterior. Mientras tanto, Alternativa Galega de Esquerda, la escisión de los nacionalistas comandada por Xosé Manuel Beiras, superó al BNG, al lograr nueve asientos frente a los siete de estos. Francisco Jorquera, el candidato del BNG, fue junto a Vázquez el gran perjudicado de la jornada.

Cuando salió a valorar su victoria, el presidente de la Xunta, pese a haber intentado no mezclarse con Rajoy en la campaña, suscribió la tesis de que el Ejecutivo central acababa de recibir un aval a sus políticas. "Si los ciudadanos no entendieran que pese a los esfuerzos se está gobernando en España conforme al interés general, esta victoria habría sido imposible", dijo Feijóo.

DE NUEVO FEIJOO La historia se repite. En las anteriores gallegas, Rajoy, tras perder dos generales, se enfrentaba a la contestación de una parte importante de su partido. Pero Feijóo, uno de sus dirigentes más cercanos, arrebató la Xunta al PSdeG y el BNG, permitiendo que el ahora jefe del Ejecutivo recuperase fuelle. En esta ocasión ha vuelto a ser Feijóo quien proporciona oxígeno a Rajoy, que gana músculo para encarar un rescate a España que se considera a la vuelta de la esquina, así como para continuar presumiendo ante la UE de que él, a diferencia de muchos otros dirigentes europeos erosionados o directamente echados del poder a causa de la crisis, sigue teniendo la confianza de los ciudadanos. Y de paso, el barón gallego gana enteros cara a la sucesión en el PP. Hasta el momento, era uno de los que más sonaba en la carrera. Ahora es el favorito.

Todo lo contrario le ocurre a Pachi Vázquez. Con un carisma escaso, un grado de conocimiento bajo y un partido débil al que no termina de convencer como líder, el candidato socialista ha empeorado el resultado precedente del PSdeG. Antes de que finalizase el escrutinio, Vázquez asumió su "responsabilidad".

El desenlace gallego supone una pésima noticia para Rubalcaba. En un partido como el PSOE, tan dado a los altibajos anímicos, la derrota traerá temblores internos. Son muchos los socialistas que se desesperan al ver que el secretario general no acaba de conectar con sus votantes tradicionales, no capitaliza el desgaste del PP y no define una oposición clara.