Diplomado en Magisterio en la rama de Filología vasca, este "maestrillo", como le llamaba despectivamente Xabier Arzalluz, el que fuera durante 25 años presidente del PNV y al que tuvo la osadía de enfrentarse y la habilidad de vencer, se dispone a formar Gobierno tras ganar ayer las elecciones vascas. Iñigo Urkullu, que lleva militando 35 de sus 51 años en el PNV, es presidente de ese partido desde el 2007 y ahora ha logrado recuperar para el nacionalismo moderado la Lendakaritza que le arrebató el socialista Patxi López en el 2009. Vencedor en intrigas internas y capaz de recomponer su partido en momentos difíciles --tras el fracaso del plan Ibarretxe (con el que no comulgaba) y tras la pérdida del poder--, Urkullu no tiene, sin embargo, un perfil agresivo, ni maquiavélico. Más bien responde a ese modelo de chico formal, serio y trabajador que las madres suelen querer para sus hijas, pero con tanta seguridad en sí mismo que no rehuye el enfrentamiento cuando lo cree preciso, aunque sin perder nunca las formas, según dicen sus colaboradores.

Esa confianza en sus capacidades y en sus convicciones le llevó a interponerse desde la presidencia del partido en Vizcaya --que desempeñaba desde el año 2000-- a los designios de Arzalluz para impedir que su delfín, Joseba Egibar, se hiciera con el mando. Su apoyo al moderado Josu Jon Imaz fue determinante en su elección como presidente del Euzkadi Buru Batzar (EBB), el máximo órgano del PNV, y durante su proceloso mandato, marcado por el frustrado proceso de paz que impulsó el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y por el plan soberanista de Juan José Ibarretxe, el lendakari nacionalista con el que ni Imaz ni Urkullu tenían mucha sintonía. Tras el abandono de Imaz de la política en el 2007, Iñigo Urkullu le sucedió al frente del PNV como candidato de consenso en un partido dividido. Pero este año ha revalidado con notable alto su liderazgo, tras restañar las heridas internas.

Nacido en Alonsotegui, al lado de Barakaldo, en una familia obrera y nacionalista, el líder del PNV es una persona dialogante, capaz de forjar pactos con todas las fuerzas políticas, según él, siempre "sobre bases sólidas". Se entendió bien con Zapatero, incluso después de que el PSE desalojara al PNV del poder en Euskadi, y tiene una buena relación con el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, y con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Con quien ahora mantiene las relaciones más distantes es con López, con quien, sin embargo, la mayoría de los dirigentes nacionalistas piensan que acabará por pactar, aunque, hasta ayer, él ha asegurado que no descarta acuerdos con nadie, ni la izquierda aberzale, ni el PSE, ni el Partido Popular. Su prioridad es sacar a Euskadi de la crisis y, de momento, no parece tener la tentación de entrar en un proceso soberanista. El ha afirmado en alguna ocasión que para el PNV ha sido "letal" la pelea sobre quién es más

aberzale.