Poco antes del partido contra Portugal, Iker Casillas pronunció unas palabras cargadas de sentido. El capitán de La Roja leyó uno comunicado junto a Cristiano Ronaldo: "Debemos nuestro éxito al espíritu de equipo y a la diversidad de procedencias. Por eso estamos en contra de cualquier discriminación y nos enorgullece apoyar el mensaje del respeto por la diversidad de la UEFA". El organismo lucha por erradicar una lacra que también ha salpicado a la Eurocopa.

No ha habido ningún escándalo mayúsculo en el torneo, pero la herida del racismo sigue abierta. La UEFA ha abierto expedientes a las aficiones de cinco países (Croacia, España, Rusia, Alemania y Polonia) por su conducta intolerante. Antes del campeonato, el organismo informó de que condenaría cualquier tipo de discriminación y explicó que los árbitros podrían detener los partidos si veían alguna irregularidad.

El plátano de Balotelli

Polonia y Ucrania habían sido señalados como dos de los países con más proliferación de actitudes racistas. Entre el 2009 y el 2011 se registraron 195 incidentes xenófobos. La selección holandesa fue la primera víctima. Cientos de personas irrumpieron en un entrenamiento en Cracovia, con gritos de "monos" a los jugadores negros del equipo. Van Bommel denunció la situación. "Seamos francos. Los comportamientos racistas o antisemitas de los hooligans polacos son un hecho", dijo Donald Tusk, primer ministro polaco. "Pero en otros países pasan cosas peores. Aquí no se queman casas de inmigrantes ni se dispara contra escuelas judías".

Las amenazas xenófobas en Europa del Este llevaron a algunos jugadores negros de Inglaterra a no viajar con sus familias. Eso decidieron Theo Walcott y Oxlade-Chamberlain. El primer afectado en el césped fue el defensa Theodor Gebre Selassie, jugador de origen etíope de la República Checa que tuvo que soportar los sonidos guturales de hinchas rusos con banderas de ultraderecha. "Me di cuenta, pero he sufrido cosas mucho peores", dijo el lateral, el primer futbolista de color de la selección checa. "Un hombre negro como Obama preside la nación más poderosa del planeta y a la gente le llama la atención que juegue con mi selección".

Mario Balotelli tampoco se escapó de los insultos. Antes del torneo, dijo que "mataría" a quien le faltara el respeto. La UEFA abrió una investigación a los hinchas españoles, pero la actitud más grave fue la de los croatas. Entre 300 y 500 seguidores dedicaron gritos de mono al delantero. Incluso le lanzaron un plátano, lo que enfureció al seleccionador Slaven Bilic. "Me indigna como padre, como deportista y como persona tolerante. Hay que frenar a esos locos racistas para siempre. Tenemos un grave problema con nuestros aficionados".

Michel Platini, mientras, insiste en que se trata de "casos aislados" y ensalza la campaña en favor de la diversidad de la UEFA. Las estrellas de las selecciones han sido contundentes. "Todos debemos luchar contra el racismo. El fútbol debe unir a la gente sin importar la nacionalidad, la religión, el sexo o su origen étnico", remarcó Philipp Lahm, capitán de Alemania.