Si esta historia fuera un cuento, podría empezar así: Erase una vez una mujer (Pilar Citoler) que atesoraba una colección de arte que hacía suspirar a los entendidos. Un día, Córdoba, que soñaba con ser capital cultural, se cruzó en su camino y quiso comprar su tesoro y ganar así puntos hacia el 2016. Durante años, las partes negociaron sedes y hablaron incluso de un pago anual de 200.000 euros durante 20 años. Pero un día, Córdoba se despertó y vio que soñaba con algo que estaba por encima de sus posibilidades. Algo que, quizás, ya no necesitaba.

EL PRINCIPIO

El enamoramiento Córdoba--Citoler

Aunque las fuentes no se ponen de acuerdo, cuentan que el enamoramiento entre Pilar Citoler y Córdoba (especialmente entre Citoler y la Universidad de Córdoba) nació en el año 2006. Fue entonces, en medio de una bonanza económica que cuesta recordar, cuando se puso en marcha el premio de fotografía Pilar Citoler, dotado con 14.000 euros e impulsado también por la Fundación Botí, dependiente de la Diputación de Córdoba. La figura de Citoler, hasta entonces desconocida en la ciudad, fue agrandándose gracias a la intervención de la ministra de Cultura de la época, Carmen Calvo, que la propuso como presidenta del patronato del Museo Reina Sofía y también como merecedora de la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, títulos que generaron gran expectación sobre su colección, Circa XX, compuesta por 1.300 piezas de arte.

LA DOTE

El tema económico, una ordinariez

En aquel éxtasis de enamoramiento, nadie se atrevía a hablar de dinero. Se daba por supuesto que toda una capital cultural del 2016 recaudaría fondos para abarcar su primera colección de arte contemporáneo y que lo haría sin estrecheces. La propia Pilar

Citoler, todavía hoy, sigue insistiendo en que su interés por colocar sus obras en Córdoba es desinteresado, que la cede por el 2% de su valor y se niega a valorar públicamente la colección o a desvelar si hay más novios que pretendan su tesoro. Aunque se supone que, a puerta cerrada, alguien debe haber hablado de costes, el principal caballo de batalla siempre fue la sede, barajándose mil y una ubicaciones para Circa XX, desde el Museo de Bellas Artes al C4 o el Teatro Cómico. Aún no ha habido fumata blanca.

SÍ, PERO NO

Una carrera de obstáculos

En octubre del 2008, Córdoba le pidió oficialmente a Pilar

Citoler su colección. Rosa Aguilar, Rafael Blanco, Mercedes Mudarra y José Manuel Roldán Nogueras viajaron a Madrid para hacerle la propuesta, que pretendía sumar atractivos para Córdoba en su carrera hacia la capitalidad. En ese momento, se inició la extensa declaración de buenas intenciones expresada por todas las partes implicadas en el proceso de diálogo, amén de ciertos desencuentros entre la coleccionista y la Junta de Andalucía. En todo este tiempo, Citoler expresó en multitud de entrevistas su decidida apuesta por Córdoba y su inquebrantable fe en que el proyecto, nunca rubricado, tenía futuro. Sin embargo, el fin del sueño de capitalidad truncó todas las aspiraciones culturales. A las crecientes dificultades económicas de las administraciones se sumó el no de Europa a la candidatura de Córdoba y la idea de albergar una colección tan ambiciosa pareció desinflarse. A pesar de todo, en febrero de este año, las cinco partes implicadas se sentaban por primera vez a hablar del tema con la intención de encauzar la negociación o desestimarla por completo.

HÁNDICAPS

Año 2012: La recta final

En febrero de este año se firmó un documento que, aunque lleno de generalidades, comprometía en cierta forma a las partes a que en el plazo de un mes Ayuntamiento, Junta, Universidad, Diputación y coleccionista se volverían a sentar para firmar algún tipo de acuerdo más concreto. "Esperanzada y optimista", pero "confundida y agotada" se mostraba aquel día Citoler y dispuestos los responsables políticos. Cuatro meses han pasado ya desde entonces y la paciencia de Citoler, que parecía inagotable, empieza a tocar fondo porque nada se ha movido desde entonces. A día de hoy, después de unas elecciones autonómicas que han dado como fruto un gobierno bipartito de signo político muy distinto al del Ayuntamiento y la Diputación de Córdoba, e inmersos en un panorama político, social y económico muy difícil, la idea de priorizar la adquisición de una colección de arte millonaria parece improbable. En cualquier caso, tiempo al tiempo.