Tras la solemne pontifical, el cortejo comenzó a organizarse en las naves del templo catedralicio. Más de un centenar de hermandades y un nutrido cuerpo de mantillas precedían a la Virgen, que lucía sobre su palio extraordinariamente hermosa y reluciente con su nueva corona. Un cúmulo de sensaciones se podía ver en la emocionada mirada del padre Juan Dobado, que se colocaba sin dejar de mirar a la Virgen ante la presidencia del palio.

En la calle, una masa de gente esperaba a la Reina y Hermosura del Carmelo; la torre de la catedral tañía a gloria. "Viva la Virgen del Carmen", gritaban los cientos de fieles que esperaban en el Patio de los Naranjos, mientras la banda del Maestro Tejera entonaba la marcha Virgen del Carmen Coronada , compuesta para la coronación. Comenzaba así la gloriosa procesión de regreso de la Virgen hasta San Cayetano.

Tras cruzar la Puerta el Perdón una intensa lluvia de pétalos, que no fue la única, acarició el palio de la Reina carmelita que, poco a poco, se abría paso en un mar de gente que colapsaba los aledaños de la Catedral.

Casi sin avisar el sol se despedía dando paso a la noche, dejando una leve brisa de aire fresco para sobrellevar la alta temperatura emocional y ambiental que circundaba alrededor de la Reina del Carmelo.

La Virgen, a muy buen ritmo, fue adentrándose en la Judería, donde no cabía un alfiler, sobre todo en la delantera del paso, un espacio donde cada vez había más gente. Así, cruzó la Virgen la calle Deanes, a cuyo término la emoción se desató desde un balcón. Entre una intensa petalada de flores, se sucedieron los vivas a la Virgen del Carmen, "orgullo de los carmelitas", como le gritaron.

A la altura del convento carmelita de Santa Ana los cohetes fueron rasgando con sus estruendos el cielo, mientras llegaba la Virgen, que ya se vislumbraba por la calle Blanco Belmonte. Fue entonces cuando tuvo lugar un emotivo acto protagonizado por los carmelitas.

Al llegar a las Tendillas la Corporación municipal, que acompañaba la comitiva bajo mazas, se retiró del cortejo, así como algunas de las hermandades. No ocurrió lo mismo con el numeroso público, que no se desprendió del frontal del paso de la Virgen del Carmen. Fueron testigos de las constantes muestras de cariño que se sucedieron al paso de la Flor de San Cayetano. En las primeras horas de la madrugada la Virgen llegó a San Cayetano, donde se descubrió un retablo cerámico que rubricaba para la historia el magno acontecimiento vivido alrededor de la Virgen del Carmen, gloria de los carmelitas.