Hoy al contemplar estas páginas serán muchos lo que piensen que el acto de ayer fue un exceso. Lo dirán aquellos que solo ven este tipo de actos pensando en el valor económico. Tal vez porque muchos de ellos ignoran que en cada gramo de oro de esta nueva corona de la Virgen va impregnada una petición, un rezo o una gracia otorgada por la Virgen del Carmen en una cantidad que seguro a nadie se le ha ocurrido valorar ni medir en ese rasero demagógico donde muchos se amparan. Dicho esto solo queda dar la enhorabuena a la Orden del Carmen Descalzo y a su archicofradía por esta magnífica coronación que sin duda quedará para la historia religiosa de la ciudad, una coronación cuyo auténtico valor es el de la fe y la devoción incondicional a la Reina del Carmelo.