Recortar no sale gratis. Lo paladearon los populares el pasado domingo, con la pérdida de medio millón de votos en las elecciones andaluzas respecto a las últimas generales. Y ayer, el sabor se tornó amargo en la primera huelga general que afronta el Gobierno de Mariano Rajoy en tan solo cien días de vida. A pesar del habitual baile de cifras entre las fuentes oficiales y los sindicatos, el paro general contra la reforma laboral tuvo una fuerte incidencia en los sectores clave que definen el éxito de una convocatoria de este tipo: la industria, el transporte público y por carretera y el consumo de electricidad (con una caída de alrededor del 20%).

Pero sin duda, el broche lo dio la respuesta masiva de la ciudadanía en la calle. Cientos de miles de manifestantes abarrotaron los centros de las principales ciudades de España formando una riada de descontento muy superior a la que se registró en la última huelga general, el 29 de septiembre del 2010.

EL PRECIO En Madrid, los convocantes cifraron 900.000 manifestantes. En Barcelona fueron un total de 800.000 personas según los sindicatos y 80.000 según la Guardia Urbana. Si las andaluzas fueron un aviso, la jornada de ayer fue un ultimátum: la austeridad extrema y las reformas tienen su precio.

Rajoy ya tiene su huelga general. Y deberá empezar a digerirla en uno de los días más difíciles de la legislatura. El Gobierno presenta hoy los Presupuestos Generales del Estado para el 2012 con el mayor recorte de la historia de la democracia. Unas cuentas que tendrán que abordar un ajuste de cerca de 20.000 millones de euros. Llueve sobre mojado porque el Gobierno, en su primera semana, ya presentó un ajuste de 15.000 millones a través de la subida del IVA y del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) y una reducción del gasto. En su corto mandato, el Ejecutivo tiene en su haber una reforma financiera a medio terminar y una reforma del mercado de trabajo que ha sacado a los españoles a la calle.

La jornada de hoy no desvelará tan solo qué tasas e impuestos va a subir el Gobierno para lograr cuadrar las cuentas. El ministro de Economía Luis de Guindos viajará a Copenhague hoy mismo con los presupuestos bajo el brazo para presentarlos en la reunión de los ministros de Finanzas de la zona euro y de la Unión Europea (UE).

AGENDA MINISTERIAL La situación de las finanzas públicas españolas será uno de los principales puntos de la agenda de la reunión ministerial. No en vano las instituciones europeas han expresado su profundo malestar en las últimas semanas por el retraso del Gobierno español en aprobar los presupuestos del 2012, que se ha atribuido a la celebración de las andaluzas.

La cuerda entre España y Bruselas no puede estar más tensa. El Eurogrupo rechazó el pasado 12 de marzo el objetivo del déficit del 5,8% que Rajoy había anunciado de forma unilateral, en lugar del 4,4% que reclamaba Bruselas al anterior Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Finalmente, la cifra pactada para este año es un 5,3% (respecto al 8,51% con el que el conjunto de las administraciones cerraron el 2011), pero con el compromiso de rebajar el déficit al 3% en el 2013. Y esta vez sin ambages.

Un objetivo difícil teniendo en cuenta que la economía caerá este año un mínimo del 1,7%.

El Ejecutivo comunitario ha dejado claro que vigilará que los presupuestos del 2012 incluyan "reformas estructurales" en materias como fiscalidad o sanidad y no únicamente recortes puntuales del gasto. Fuentes de la Comisión Europea reclamaron esta semana a España que suba impuestos, porque de otra manera no será posible una reducción del déficit.

El Gobierno de Rajoy se ve de esta manera abocado a un equilibrismo funambulista de balancearse sobre una cuerda que se puede romper por el lado de Bruselas o por el lado de la paz social. En cualquiera de las dos opciones se dará de bruces en el suelo en una estrepitosa caída.

Precisamente, el líder de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, advirtió al presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, de que lo que ha llevado a la convocatoria del paro "no es un conflicto de los sindicatos con el Gobierno, sino de su Gobierno con la mayoría de la ciudadanía española". Por su parte, Cándido Méndez, secretario general de UGT, señaló que el Ejecutivo "no quiere reconocer la realidad" y avisó de que cuando eso ocurre, al final "la realidad acaba no reconociendo a ese Gobierno".

La primera maniobra será decidir ahora si retoca la reforma laboral, cuya piedra angular es el abaratamiento del despido y la reforma de la negociación colectiva. No parece que vaya a hacerlo, a tenor de las palabras de ayer de la ministra de Empleo, Fátima Báñez. "La senda reformista del Gobierno es imparable. Nuestra preocupación es sacar a España de la crisis. La parte fundamental de la reforma no se va a tocar". Algunos interpretaron una leve salvedad en la palabra "fundamental", que deja abierta la posibilidad a lanzar algún guiño a los sindicatos. Pero se asemeja complicado.