Gobierno y sindicatos han mostrado sus respectivas fuerzas. Se ha cumplido el principio de la física que dice que a toda acción se opone una fuerza igual y de sentido contrario llamada reacción. Ahora las espadas están en alto. Conviene bajarlas. La defensa numantina de la reforma, por un lado, o el no pasarán, por otro, sería nefasto.

La experiencia de anteriores reformas enseña que sin consenso los aspectos que tienen que ver con la negociación colectiva son inaplicables. Eso ocurrió con la reforma de 1994, que solo comenzó a desarrollarse después de la reforma de 1997. Pero la mejora de la negociación colectiva es básica para evitar que, como ocurre hasta ahora, las empresas se ajusten al ciclo económico mediante despidos. Es decir, para el éxito social de la reforma. Por otro lado, la falta de consenso llevará la nueva ley a los jueces, y es probable que salga mal parada de ese paso por los juzgados.

Parafraseando el título de la película de Almodóvar, mi recomendación es: que hablen entre ellos. Se trata de mejorar la reforma, no de que el Gobierno retroceda o de que los sindicatos se arrodillen.