La marea azul del PP ha encontrado en Andalucía un muro infranqueable. Como señalaron los socialistas en un vídeo premonitorio difundido en la campaña, los andaluces son como aquellos galos que se resisten a entregar su aldea a los romanos. La comunidad será el punto rojo en un país donde el PP concentra un inmenso poder en comunidades y ayuntamientos desde las municipales de mayo. La gesta popular culminó en noviembre con una mayoría absolutísima de Mariano Rajoy. Andalucía, después de 30 años de socialismo, ha frenado esa carrera gloriosa.

Las novenas elecciones autonómicas andaluzas han dicho no al PP, por más que ayer este partido ganara por vez primera en número de votos en la comunidad. Los populares obtuvieron tres diputados más (50) que el PSOE pero apenas lograron un punto porcentual más que los socialistas. Es imposible leer esa victoria en las urnas como un triunfo histórico. La derrota del PSOE no puede ser más dulce. El subidón electoral de IU, que ha doblado sus diputados en la Cámara andaluza hasta alcanzar 12, ha sido fundamental. El PSOE ha caído en 9 diputados, pero la mayoría de sus votantes se han refugiado en la izquierda de Diego Valderas. El fue numé- ricamente el mayor triunfador de la noche. El onubense agradeció con la voz entrecortada por la emoción sus resultados. Son "excelentes", le dijo el secretario general del PSOE-A, José Antonio Griñán, en el que puede considerarse como su primer guiño para formar gobierno. Otros partidos minoritarios como UPyD se quedan fuera.

La mayoría absoluta que para Arenas llevaban meses pronosticando las encuestas se quedó lejos: a cinco escaños. Todo apunta a que el PP sumará a sus 30 años de oposición otros cuatro, en los que PSOE e IU pueden gobernar mediante un pacto. No se prevé que la federación de izquierdas adopte el camino de Extremadura, donde abrió paso al PP, ni rememore la pinza que acorraló a los socialistas en el Parlamento andaluz entre 1994 y 1996. Con 12 diputados es irrelevante que algunos como Sánchez Gordillo, en el ala más radical de la formación, se abstengan en la investidura de un socialista.

Los populares han cosechado su triunfo más abultado en Andalucía con un candidato que se presentaba por cuarta vez y en el mejor escenario político posible. En las municipales de mayo rompieron el mito de que era un milagro que el PP ganase en Andalucía. En las generales de noviembre confirmaron que avanzaban con paso firme. Pero "la primavera del cambio", de la que habló Arenas, no será tal.

La cifra más alta de paro conocida --más de un millón de andaluces sin trabajo--, el agotamiento de tres décadas sin alternancia en esta tierra y un escándalo de corrupción en los tribunales asediando a la Junta, el caso de los ERE, no han sido suficientes para que el PP arrasara. Por más que su adversario viviera sus horas políticas más bajas en Andalucía, atravesado por una guerra interna, muy ligada al adverso escenario electoral y a una sucesión en su liderazgo muy mal digerida. Como ayer ironizó un socialista: "Si Arenas no ha ganado ahora, no ganará nunca". Todo apunta a que Griñán será presidente por segunda vez y en ninguna de las dos ha ganado en las urnas.

Los 50 diputados populares son insuficientes. Ya lo dijo el líder del PP andaluz en una de sus frases más retuiteadas: "Yo no quiero la gloria de la victoria, quiero la responsabilidad de gobernar". Y esa parece muy complicada que pueda disfrutarla.

Fue una jornada electoral diferente. La tensión se alargó hasta el último minuto del recuento. Conforme el escrutinio avanzaba y el marcador de diputados se quedaba estancado, el resultado menos probable se abrió paso. El PP ha caído respecto a las pasadas elecciones generales en casi medio millón de votos (420.369) Y respecto a las autonómicas de 2008 ha perdido unos 200.000 votos (173.611), a pesar de haber ganado tres escaños más. Es fruto de la baja participación ayer en las urnas. Y es evidente que los 100 días de Gobierno de Rajoy se han llevado por delante la ventaja de los populares en Andalucía. Quizás tampoco fue hábil la campaña de perfil bajo que diseñó Arenas, rechazando el debate en Canal Sur.

Las severas medidas adoptadas por el Gobierno de Rajoy ante una situación de emergencia económica han alejado a los populares de la mayoría absoluta que quizás podrían haber alcanzado hace solo cuatro meses. La decisión política de Griñán de jugársela en solitario ha sido posiblemente el mayor acierto de su liderazgo desde que alcanzó la secretaría del PSOE-A. Dijo no a concurrir de la mano en las generales rompiendo lo que ha sido norma en Andalucía en los últimos 20 años. No había elecciones por separado en esta comunidad desde 1990. En 1994 se celebraron junto a las europeas. El PSOE federal trató de convencerlo de lo contrario, pero Griñán no cedió y muy posiblemente hoy todos en su partido le den las gracias.

Las elecciones en solitario es quizás uno de los motivos del alto dato de abstención en estas andaluzas. El 37,77% de los votantes se quedó en casa. Es un patrón generalizado y comprobado que las elecciones que más mueven a los ciudadanos a acudir a las urnas son las generales.