La historia interminable de la calle Cruz Conde, escenario desde hace casi un año de paseos sin coches, empezó a principios del 2010. Sin embargo, desde mucho antes se planificaba su futuro, que pocos imaginaban entonces diferente a lo contemplado en el plan de accesibilidad del casco, que preveía una calle semipeatonal con un solo carril, pero con sentido de circulación de Ronda de los Tejares a Tendillas y con un bucle en Conde de Robledo para permitir la entrada al párking de esta calle y la salida por el bulevar. En enero del 2010 hubo un pleno en el que el anterior equipo de gobierno de IU y PSOE defendió la semipeatonalización en esa misma línea. La moción que aprobaron ambos grupos anulaba la que presentaba el PP pidiendo la peatonalización total en consonancia con el modelo de la calle Larios de Málaga, que defendía Comercio Córdoba. Poco después, IU presentaba su proyecto de semipeatonalización --similar al del plan de accesibilidad, pero con un carril en sentido contrario--. Así se abría un debate que a pesar de los dos años transcurridos sigue estancado en el mismo punto.

Varias cosas han cambiado desde entonces --la calle está reformada y hay un nuevo gobierno municipal, el del PP-- pero su uso sigue sin definir. En este tiempo, también han variado algunas posturas --tras las obras, todos los grupos municipales se decantan abiertamente por una calle totalmente peatonal, pero cada uno con sus matices--, aunque hay dos que permanecen inalterables y que representan los polos opuestos en este conflicto, el de Comercio Córdoba, que insiste en que Cruz Conde continúe sin tráfico, y el de los colectivos vecinales --representados en el consejo de distrito Centro, en el Consejo del Movimiento Ciudadano y en la federación Al--Zahara--, que reivindican una vía semipeatonal. Todos coinciden en que el Ayuntamiento debe dejar de dar vueltas y decidirse. El PP, en cambio, se muestra cauto a la hora de dar ese paso, argumentando que debe escuchar antes a los afectados y tener los resultados de un estudio de Aucorsa al que no se le ve el fin. Cuando en el otoño pasado se reactivó el debate, el PP anunció que pronunciaría su última palabra tras la Navidad para no incidir negativamente en la campaña del comercio y tener suficiente información sobre los autobuses. Mientras tanto, aplicó las primeras medidas de un plan integral que afectará a todo el centro. Los dos primeros pasos fueron anular la pilona de Valladares para permitir a todo conductor acceder al párking de la calle Sevilla, sustituyéndola por cámaras que aún no están funcionando, y ensanchar el carril lateral del bulevar para facilitar la entrada y salida de los vehículos de los usuarios de los párking de Edaco y Hacienda, que ya no tendrán que circular por Cruz Conde. A pesar de las voces contrarias que suscitó esta última medida y los malos augurios, la Navidad ha transcurrido allí sin problemas.

Pero el tiempo pasa y los colectivos que se sienten más perjudicados, los vecinales, se ponen nerviosos y reclaman un plan para Cruz Conde sin tener que esperar a la remodelación de Aucorsa, que se puede alargar. La base de su inquietud está en que han transcurrido ocho meses desde que las obras llegaron a su fin y año y pico desde que se iniciaron, tiempo en el que se han visto privados de cuatro líneas que circulaban por la calle. Además, los residentes dan más rodeos para entrar y salir del centro. En cambio, ese tiempo ha venido bien al comercio, que disfruta de la calle con la que siempre soñó y que ha revalorizado los locales, llegando a devolver la actividad a muchos. Al margen de los efectos de la reforma, su razón de ser sigue igual de atascada.