Ahora que el paro se ha disparado y que la crisis nos obliga a apretarnos el cinturón, cada vez está peor visto quejarse de lo que uno trabaja. En empresas con plantillas raquíticas, la enfermedad de un compañero duplica el trabajo del resto y al final, la gente te mira mal si te pones malo, aunque tu dolencia sea de verdad. Así de kafkiana se ha vuelto la cosa. Ahora solo cabe trabajar, no quejarse y aguantar. Ya vendrán tiempos mejores y podremos tener depresión.