Se busca hacer una ciudad más grata para el ciudadano, y eso pasa por librarlo del agobio del tráfico y de sus malos aires. Para ello debe dejar el coche en casa y usar el transporte público, el taxi y sobre todo el autobús, que es más barato. Pero como para mimar al viandante le peatonalizamos las calles, el bus no puede pasar por ellas y, por tanto, pierde pasajeros y dinero. Y el ciudadano se siente víctima de una situación que le impide coger el autobús de antes de que lo mimaran tanto.