La toponimia de las calles se remonta en la mayoría de las ocasiones en Córdoba a la Baja Edad Media. La urbanización de nuevas barriadas ha ido planteando la necesidad de nombrar otros espacios. El Parque Figueroa, en su momento, se dedicó a marinos a propuesta del entonces cronista oficial de Córdoba, José Valverde. Durante mucho tiempo, explica el periodista Francisco Solano Márquez, fueron precisamente los cronistas oficiales los que proponían los nombres, después de una sólida argumentación de su propuesta. En el libro Córdoba insólita , Francisco Solano Márquez reseña muchas curiosidades sobre el callejero. En el casco antiguo se han recordado en azulejos los nombres históricos junto a los actuales. Muchos de ellos se cambiaron en 1862, cuando el Ayuntamiento decidió suprimir los nombres repetidos o malsonantes. Otro revulsivo del callejero vino de la mano, primero, de la transición, y más tarde, de la Ley de Memoria Histórica, que obligó a los consistorios a suprimir las referencias a la dictadura franquista. También han ido cambiando con los años ciertos topónimos aunque no tuvieran nada que ver con la política. Francisco Solano Márquez hace referencia al historiador medievalista José Manuel Escobar, que ha estudiado la organización gremial de la Córdoba medieval a través del callejero. Las calles recibían el nombre de los oficios que albergaban: bataneros, caldereros, cedaceros, lineros, aladreros, odreros, tundidores, alfayatas, badanas y badanillas, armas, sillería, calceteros o barqueros.

No solo los nombres propios y los personajes famosos acarrean problemas para la designación de las vías. En la capital, en el 2007 hubo cierta polémica con el cambio de una pequeña calle. La desaparición de la llamada calle de La Paja, que pasó a llamarse Padre Cosme Muñoz, ocasionó incluso denuncias ciudadanas a la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) reclamando que se mantuviese la denominación histórica de aquella vía. A pesar de la polémica ciudadana, la rotulación de la calle se hizo efectiva y el Consistorio cordobés no dio marcha atrás. Todo lo contrario ocurrió con la plaza de la Concha (cerca de la calle del Pañuelo). El Ayuntamiento la rebautizó como Profesor Arnold Toynbee, pero las quejas vecinales le devolvieron la antigua nomenclatura y echaron al profesor a un polígono industrial.