En Córdoba hay que estar muerto para que una calle lleve tu nombre. La ordenanza municipal reguladora de la denominación y rotulación de vías urbanas y de la identificación de edificios y viviendas así lo especifica desde hace solo unos años. En concreto, la cláusula que lo restringe fue aprobada por unanimidad en un Pleno municipal celebrado en 1999. Los tres grupos municipales lo decidieron para evitar "complicaciones" y agravios entre personas que aún estuvieran vivas. La idea es que solo cuando una trayectoria vital concluye hay absoluta certeza de que la persona en cuestión ha merecido ese reconocimiento por parte de sus conciudadanos. En concreto, la ordenanza dice que los nombres personales "corresponderán a personas fallecidas tras un tiempo en que se permita valorar la oportunidad y conveniencia; responderán a criterios de historicidad con carácter preferente, pero no excluyente; y tendrán prioridad los nombres de hijos ilustres o significados de Córdoba (....), y con el mismo criterio de Andalucía, España, Hispanoamérica y del resto del mundo".

Hasta ahí la versión oficial de esta restricción en el callejero. La versión extraoficial es que se añadió la cláusula para evitar poner a una plaza el nombre de una persona concreta muy famosa en un momento de la historia de la ciudad. Por lo tanto, hasta el año de marras, sin embargo, la rotulación del callejero no estaba supeditada a esa excepción y personajes como el cronista oficial de Córdoba, Miguel Salcedo Hierro, ya fallecido, inauguraron y disfrutaron la calle que lleva su nombre durante un tiempo de su existencia. Por supuesto hay distinguidos cordobeses con calle que siguen vivos: Antonio Gala, Fosforito, Pablo García Baena, entre otros muchos.

Precisamente, en la actualidad hay varias iniciativas ciudadanas que quieren que el Ayuntamiento conceda una vía pública a tres cordobeses. De estos, dos han fallecido recientemente: José Luis Villegas Zea y Rafael Rivas; pero el tercero, José Javier Rodríguez Alcaide, vive. Antonio Rodríguez de la Fuente, Francisco Pérez Cubero, Francisco Javier y José Antonio Piedra, José Luis Robles, María Isabel y Javier Rodríguez Zapatero, Luis Carreto y Alfonso Castilla, entre otros, han solicitado que Córdoba rinda un homenaje al presidente de la Cátedra de Empresa Familiar de Prasa con la concesión de una glorieta en el parque tecnológico de Rabanales. Su solicitud cuenta, según explica Rodríguez de la Fuente, con más de 500 adhesiones y está justificada por "la impecable trayectoria profesional" del promocionado y su relación con la investigación universitaria.

Córdoba es la única capital de Andalucía que prescribe como obligatorio el fallecimiento para esta distinción. Ni Jaén, ni Sevilla, ni Huelva, ni Cádiz, ni Málaga, ni Almería lo exigen. Tan solo el Ayuntamiento de Granada cuenta con un reglamento sobre honores y distinciones, que excluye expresamente a los no fallecidos. Sin embargo, en septiembre del año pasado, el periodista Tico Medina en persona inauguró un parque de la ciudad que lleva su nombre. Es decir, hay normativa pero también excepciones. En Jaén, por ejemplo, una avenida se llama Antonio Pascual, en reconocimiento al político socialista; y en Sevilla, el ex alcalde Manuel del Valle, por citar un ejemplo, también disfruta de un espacio en el callejero. En Huelva, la última vez fue hace apenas unas semanas, cuando hicieron coincidir la concesión de las medallas de oro de la Junta de Andalucía con la rotulación de nuevas calles. El Consistorio de Cádiz, incluso, adelantó la inauguración de una vía que aún no se había urbanizado del todo para que pudiera asistir el cantaor Chano Lobato, que desgraciadamente falleció poco después. Algo parecido ocurrió en la capital gaditana con la calle que lleva el nombre de la chipionera Rocío Jurado, que la inauguró antes de morir.