Los familiares del mulero Antonio Manuel Palma ya han recuperado su cuerpo y podrán darle digna sepultura, llorarlo y llevarle flores. Casi 74 años después de su violenta muerte, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar (Aremehisa) les entregó ayer sus restos ya identificados con la prueba del ADN, en un acto tan simbólico como emotivo, celebrado en la zona de acceso al cementerio y apoyado por numerosos asistentes.

El presidente de Aremehisa, Rafael Espino, abrió el acto, exponiendo todo el proceso y el trabajo desarrollado por la asociación hasta llegar a este momento tan esperado y satisfactorio. En nombre del equipo técnico que ha llevado a cabo las exhumaciones, intervino la arqueóloga Virginia Barea que se mostró orgullosa de "trabajar para dar a conocer la verdad de lo que ocurrió y recuperar la dignidad de todas estas víctimas". Barea añadió además que "la recuperación no reabre nuevas heridas, ya que es solo cuestión de sentido común y de humanidad" . También mostró su pesar porque el Estado no se estuviera haciendo cargo de estos trabajos, delegando la labor en las familias, a través de la concesión de subvenciones. "Esta situación --dijo Barea-- provoca que haya personas y entidades cuyo fin no sea otro que la caza y captura de ayudas, desacreditando el movimiento memorialista, cuando lo esencial son las familias y las víctimas". Por su parte, Antonia y Mari Carmen Palma, nietas del represaliado, agradecieron con lágrimas la labor desarrollada por Aremehisa: "Su trabajo nos ha permitido recuperar los restos de nuestro abuelo, al que la vida no nos permitió conocer, y poder cumplir el sueño de nuestra abuela, Carmen Reina, fallecida hace 14 años: que sus restos y los de su marido descansaran juntos". El acto concluyó con el poema A quien corresponda , acompañado de violín; la reseña de la biografía de Antonio Manuel Palma y el testimonio de una voluntaria que trabaja en las exhumaciones.