Es cierto que la construcción de la A-45 ha tenido todas las pegas del mundo: temporales, aparición de restos arqueológicos, dificultades orográficas, desencuentros políticos... Pero en la misma situación se encuentran proyectos que, por ejemplo, han unido en su plazo previsto a Madrid con Galicia, lloviera lo que lloviera y gobernara quien gobernara. Mientras, y por no hablar de Córdoba, un área como es la provincia de Málaga, más extensa que todo el País Vasco, carecía de un enlace cómodo con la capital del Estado porque faltaban 100 kilómetros de autovía. La apertura total de la autovía a Málaga es momento de alegría. Sí. Pero también la ocasión de preguntarse qué va a pasar con la autopista Toledo-Córdoba, con la autovía del Olivar y con la Badajoz Granada. Otro caso como el de la A-45 para Córdoba y Andalucía no es de recibo.