El reloj rozaba el mediodía de ayer cuando la estación de autobuses estalló en aplausos para recibir a los soldados que regresaban de Líbano. La espera fue larga para quienes estaban deseando ver a ese hijo o hija, hermano o marido que había estado cuatro meses en la misión en Oriente Medio bajo el mando de Naciones Unidas; la boina azul así lo atestiguaba.

La cita era en un principio a las 8.30 horas, pero solo unos cuantos aguardaban a las puertas de la estación. El grupo más numeroso lo componía la familia Ferrer Rodríguez, que casi a pie parado se mantuvieron hasta que pudieron abrazar al joven David, de 23 años, que cumplía su primera misión fuera.

Al igual que otros familiares y amigos de los soldados, los Ferrer Rodríguez estaban pendientes de la llegada del avión a Sevilla --que aterrizó sobre las 9.30-- y del posterior traslado en autobuses a Córdoba.

Y llegó el momento esperado. Alrededor de 60 militares --de un total de 180 que arribaron a Sevilla-- fueron bajando de dos autobuses entre saludos, gritos y lágrimas. La abuela de David, que estuvo en todo momento al pie del cañón, comentaba sin parar "qué ganas tenía de ver a mi niño".

Justo a su lado, la madre del soldado Juan Diego Cuenca, que portaba una pancarta casera con un lema similar al de una conocida marca nórdica de muebles, comentaba qué "mal lo he pasado, aunque allí ha estado todo tranquilo. Las madres siempre tenemos esa cosilla, ese ay, y gracias a Dios ya está aquí".

Los rostros cansados de los soldados después de tantas horas de viaje contrastaban con la alegría de sus familias y amigos, en una escena que se repetirá al menos en dos ocasiones en los próximos días hasta que estén todos los efectivos de la brigada en casa.