Si la Consejería de Salud no tenía intención de provocar una polémica cuando en el año 2006 presentó el esbozo en volúmenes de lo que sería el futuro y remodelado hospital Reina Sofía tras someterse al Plan de Modernización Integral, está claro que se equivocó en la estrategia. Cuando la consejera del ramo, María Jesús Montero, lanzó ante los medios de comunicación el propósito de la Junta de invertir 100 millones de euros en una mejora sustancial de las actuales instalaciones sanitarias en las que se hablaba entonces de levantar un hospital del niño y uno de la mujer, no valoró las ganas que tenían los profesionales de Pediatría de disfrutar de un edificio propio ni previó que ese deseo acabaría por generar la formación de una plataforma ciudadana.

Y es que los arquitectos encargados de realizar el proyecto de remodelación, una vez estudiados los planes funcionales y las necesidades del complejo hospitalario, decidieron que lo prioritario para Córdoba no era tener dos edificios de hospitalización separados para la mujer y el niño sino dar coherencia al complejo hospitalario en su conjunto. En el año 2008, la gerencia del Reina Sofía anunció a los profesionales sanitarios la revisión del proyecto y en ese momento surgió una pugna interna que, con el paso del tiempo, ha trascendido a la calle.

El objeto de la discusión se basa en que el planteamiento de los arquitectos, plasmado en un anteproyecto hace tres semanas, prevé que los módulos de nueva construcción, en los que en principio irían alojados el hospital del niño y la mujer, alberguen ahora la hospitalización de adultos, pasando la atención pediátrica y ginecológica al actual edificio del hospital general, previamente reformado.

Según los técnicos, de esta forma el conjunto hospitalario contará con tres áreas diferenciadas (gráfico derecha) en las que niños y mujeres estarán en un edificio separado del resto, mucho más amplio que el actual, y con circulación interna independiente, además de permitir el uso compartido de una gran zona central que daría servicio tanto a adultos como a infantil y ginecología.

Según la Junta, este modelo respeta rigurosamente la normativa y derechos de hospitalización del menor, argumento esgrimido durante la polémica por la plataforma, y es fruto de la propuesta diseñada por los profesionales a los que le fue adjudicado el proyecto de remodelación. Si esto es así, tal y como refleja el anteproyecto de remodelación del centro, ya sea mediante la separación vertical o la horizontal de los pacientes hospitalizados, el argumento de la plataforma se cae por su propio peso. Queda ahora el argumento de la celeridad.

Durante los últimos meses, la plataforma ha denunciado en numerosas ocasiones el lamentable estado en que se encuentra el actual hospital Materno Infantil y la necesidad imperiosa de mejorar las condiciones en que se encuentran los niños allí ingresados, algo que la gerencia y Salud no pueden negar y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un elemento que ya juega a su favor. Según el gerente del centro, José Manuel Aranda, "si seguimos adelante con los plazos establecidos, podríamos tener a los niños hospitalizados en su nuevo edificio en el año 2014, pero cualquier reforma del proyecto solo supondría más retrasos". Este argumento, el de los hechos consumados, es a estas alturas de la película, aplastante y, sin embargo, la plataforma No me Quites mi Hospital, conocedora a través de algunos de sus miembros del proyecto de reforma ya ha mostrado su rechazo al mismo.

Como en un bucle, la conclusión primera vuelve a confirmarse al final. Todos están de acuerdo en que hay que cambiar y mejorar las condiciones de hospitalización, pero no hay forma de conciliar a ambas partes en el cómo.