Es bueno salir a la calle y dejarse oír. Es un derecho, un acto de libertad. Agarrar la pancarta ayuda a soltar, además, una buena dosis de adrenalina. Pero la protesta, la manifestación, no debe ser un fin, sino un simple medio. No vale conformarse con haber cumplido con la cuota de salida a la calle. Si los objetivos no se mantienen firmes, no se habrá pasado de una puesta en escena tan colorida como insuficiente. Muchos trabajadores saben de lo que hablo.