Con el susto todavía en sus caras, la preocupación por la tragedia que podía haber sucedido y afortunadamente no fue, y la ansiedad de saber cuándo podrán volver a sus casa, los vecinos del inmueble número dos del paseo Marcos Redondo contaban ayer por la mañana la pesadilla que comenzaron a vivir sobre las diez menos cuarto de la noche del lunes. La mayoría habían pasado la noche en casa de familiares o amigos, otros, unos 13, se habían alojado en el hostal El Trovador, cuyo dueño altruistamente les ofreció comida y cama.

María Torrico y su marido Joaquín Caballero no podían explicar con palabras la sensación que sintieron cuando escucharon la primera explosión, a la que según dicen siguieron dos de menor intensidad. Ella estaba en la cocina preparando la cena y él en el salón viendo la televisión. Cuando oyeron el ruido ambos se preguntaron qué podría haber ocurrido y salieron corriendo al escuchar el aviso de una vecina que decía que bajaran porque había explotado una bombona. Ella iba delante y él, que quedó algo más retrasado porque había subido al piso superior para ver que sucedía, cuenta que "tuve que coger una puerta y utilizarla de escudo para protegerme de los cristales que caían". Hasta que no llegaron a la calle no sabían dónde había ocurrido la explosión. Pasaron la noche en el hostal y ayer comieron en casa de unos amigos, ya que como todos estaban a la espera de que les dijera cuando podrían regresar a su piso. La noche también tenían pensado pasarla en un hotel.

María José Muñoz es un joven pozoalbense que lleva viviendo en el edificio algo más de dos años. Su casa está en la segunda planta, donde vive con su novio, José María, que tuvo que ser hospitalizado aunque ya ha sido dado de alta. En el momento del siniestro ella se encontraba en el cuarto piso, donde habitan sus padres, que estaban ausentes, en compañía de su hermana y una sobrina que tiene 20 meses. Antes de la deflagración dice que hubo un olor fuerte a gasolina, pensaron en llamar a la policía pero se decantaron por hablar con los vecinos sin llegar a ningún acuerdo sobre qué hacer. Abrieron las ventanas del pasillo de la planta y entonces su pareja, que había subido a cenar, se detuvo en la puerta del 4º F porque oyó algún ruido, y fue en ese momento cuando tuvo lugar la explosión. José María asegura que este lunes "he vuelto a nacer".

Luna Redondo vive en un piso cercano al número 2 del paseo. Ayer por la mañana se encontraba en la calle ofreciendo café a los afectados que en ese momento se encontraban a la espera de noticias. Como tantos vecinos de Pozoblanco escuchó el ruido de la detonación la noche del lunes. Destaca la rapidez con la que acudieron los bomberos y las fuerzas de seguridad y lamenta la pérdida de la vida del fallecido. Luna cuenta que toda la vecindad se ha volcado con los afectados; ella se llevó a casa a un matrimonio, al que le brindó comida, ropa y calzado para que se cambiaran, porque tras el suceso llovió.