Desde allí y en autobús descapotable recorrerán el Paseo de la Castellana hasta llegar a la Plaza de Colón, donde recibirán el homenaje de una afición que les ha empujado durante el torneo.

En Viena, la fiesta comenzó por la mañana. Allí convivieron las dos aficiones sin ningún tipo de problemas. Pese a que los seguidores germanos doblaban a los españoles (40.000 contra 20.000), no se registró ningún tipo de incidentes. La catedral de Viena fue el centro neurálgico donde se congregaron los seguidores de ambos equipos.

Los seguidores locales, los austriacos, no podían ocultar su tristeza por la derrota de Alemania, aunque también se mostraron deportivos y saludaron a los aficionados españoles por el gran éxito conseguido.