--Insisto, amaga pero no da. ¿Cuáles son esos principios?--El respeto, un profundo respeto a lo que representa en una democracia la soberanía del Congreso de los Diputados. No es aceptable que algunos protagonistas de la jerarquía católica digan que las leyes que aprueban las Cortes disuelven la democracia. Eso precisa una aclaración, y yo la voy a exigir.

--La inmigración ha irrumpido en campaña de la mano de Mariano Rajoy. Aunque al final solo se trate de cumplir la ley, ¿tendría alguna ventaja solemnizar por escrito un compromiso mutuo entre el inmigrante y el país que lo acoge, como propone el PP con su contrato de integración?--Es ridículo. El cumplimiento de la ley no se somete a la voluntad de nadie. Al llegar a España todo inmigrante tiene varios contratos firmados, pero los que valen: las leyes. Es una propuesta absurda, una solemne tontería que procede de alguien como Mariano Rajoy, que al frente del Ministerio del Interior fue un perfecto inútil en la gestión de la inmigración: regularizó a 250.000 inmigrantes a los que solo pidió un bono-bus para acreditar su estancia en España, no destinó ni un euro a la integración y apenas avanzó en la repatriación de los irregulares. Nosotros regularizamos a 700.000 inmigrantes con contrato laboral, destinamos 200 millones de euros anuales a la integración y hemos repatriado a 120.000 inmigrantes irregulares más que en la anterior legislatura.