El marco económico y las dudas que generan las energías renovables se están convirtiendo en dos de los principales problemas para que el sector agrario apueste de manera decidida por cultivos utilizables como fuentes energéticas. Esa incertidumbre surge de las escasas ayudas que existen, del poco desarrollo de la investigación aplicada a la provincia o de la mejora de las primas que desde hace años vienen demandando los productores de energía eléctrica en sectores como el olivar y que el Gobierno no ha aprobado aún.

Las organizaciones agrarias lo tienen muy claro. El marco actual debe cambiar para que los cultivos energéticos tengan viabilidad en la provincia. Asaja, UPA y COAG piensan que los precios no son suficientes para que los agricultores decidan sembrar cultivos energéticos, a lo que se une también que las ayudas que se están concediendo se consideran aún reducidas. Y todo a pesar de que la Campiña de Córdoba, que se encuentra inmersa en un gran proceso de debate tras las últimas reformas de la Política Agraria Comunitaria (PAC) y la pérdida de rentabilidad de cultivos tradicionales de secano y de regadío, es considerada por algunos expertos como el profesor Luis López Bellido como una zona en la que podría tener cabida la producción agraria con fines energéticos.

Sin embargo, si se analiza la evolución que han seguido cultivos como la colza, del que se está hablando como fuente energética, todavía parece que está lejos su utilización. Mientras que la media entre 2002 y 2005 se ha situado en 66 hectáreas en toda la provincia, en los últimos dos años las siembras han ascendido a cien. Esta cifra se considera una superficie demasiado reducida para pensar por ahora en su viabilidad. Los agricultores piensan que los rendimientos por hectárea, además, son reducidos, por lo que habría que experimentar con otras variedades que se puedan adaptar. Junto a la colza, el girasol es el otro cultivo de secano que se podría destinar para generar energía.

EL OLIVAR Los restos de la poda y los subproductos generados en la elaboración del aceite de oliva son considerados desde hace años como un gran potencial de Córdoba como fuente de energías renovables. En el primer caso, los costes de transporte y manipulación de los ramones provoca que los olivareros sigan quemando en los tajos las ramas y varetas de este leñoso.

Por lo que se refiere al aprovechamiento del alperujo para generar electricidad, el sector viene exigiendo desde hace años una mejora de la prima por kilowatio producido, lo que evitaría que otros países de la UE, como el Reino Unido, sigan importando el orujillo cordobés para generar energía renovable.